¡Marchando! (2005)

“¡Marchando!” (Force Majeure) es una comedia escandinava que, si bien no es un festival de hilaridad desatada, logra construir un drama existencial sutil y perturbador bajo la apariencia de un absurdo conflicto familiar. La película, dirigida por Daniel Bergstrand, es una pequeña obra maestra de la tensión contenida, ofreciendo una experiencia cinematográfica que te hace reflexionar más allá de las risas. El director maneja con maestría el ritmo, evitando caer en la comedia slapstick y apostando por un estilo más realista y observador.

La premisa – una excursión de esquí que se convierte en un punto de ruptura en una familia – es lo suficientemente sólida como para dar pie a un análisis profundo de las dinámicas familiares y las expectativas sociales. Sin embargo, lo que realmente eleva a la película es la dirección de arte y la atmósfera que crea. Las imágenes de la nieve, el frío y el paisaje escandinavo son deslumbrantes y contribuyen a la sensación de aislamiento y vulnerabilidad que permea toda la historia. La fotografía es exquisita, jugando con la luz y la sombra para intensificar el dramatismo de los momentos clave.

El guion, coescrito por Bergstrand y Erika Helman, es inteligente y no se aventura en soluciones fáciles. No busca un “final feliz” convencional, sino que presenta una representación honesta y, a mi parecer, dolorosa de cómo las decisiones, incluso las aparentemente insignificantes, pueden tener consecuencias duraderas. La película no juzga a los personajes, sino que les permite mostrar sus defectos, sus miedos y sus vulnerabilidades. El conflicto central se basa en la interpretación de un evento – un deslizamiento en la nieve que amenaza la seguridad de un niño – y cómo cada miembro de la familia lo interpreta, revelando sus prioridades y sus inseguridades.

Las actuaciones son impecables. Ryan Reynolds ofrece una interpretación sorprendentemente contundente como Monty, un hombre que aparenta ser apático pero que, en el fondo, se debate con sus propias dudas. Justin Long, como Dean, aporta una energía contagiosa y un toque de humor negro que contrasta con la seriedad del resto de la película. Y Anna Faris, como Serena, demuestra su versatilidad al interpretar una mujer inteligente y con un sentido del humor muy particular. La química entre los actores es palpable, y es gracias a ellos que los personajes se sienten reales y accesibles, a pesar de las situaciones absurdas que enfrentan.

En definitiva, “¡Marchando!” es una comedia que trasciende el entretenimiento superficial. Es un drama familiar inteligente y provocador que explora temas como la responsabilidad, la culpa y las expectativas sociales. No es una película que te haga reír a carcajadas, pero sí que te dejará pensando en ella mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una experiencia cinematográfica recomendable para aquellos que buscan algo más que una simple comedia.

Nota: 7/10