Margaret (2011)

“Margaret” (1998), dirigida por Alan Parker, no es una película fácil de digerir, ni una que se olvida rápidamente. Es una experiencia cinematográfica intensa, perturbadora y, en última instancia, profundamente conmovedora, que se aferra a la mente del espectador mucho después de que la pantalla se haya apagado. Parker no ofrece un melodrama convencional; en cambio, nos sumerge en la desintegración psicológica de Lisa, una adolescente de Nueva York que, tras un accidente, se convierte en el epicentro de una tormenta de ira y autodestrucción que arrasa su vida y la de aquellos que la rodean.

La película se construye a partir de la perspectiva de Lisa, un personaje interpretado con una vulnerabilidad inquietante por Cate Blanchett. Blanchett no se limita a retratar la rebeldía adolescente; la actriz disecciona la fragilidad emocional subyacente, la confusión y la frustración que llevan a Lisa a comportarse de manera cada vez más cruel y despiadada. Su interpretación es magistral, mostrando un descenso gradual, casi imperceptible al principio, pero que se intensifica a medida que la película avanza. No se trata de una niña malvada, sino de una alma atormentada que ha perdido el rumbo y que, incapaz de lidiar con su culpa y su impotencia, se refugia en la violencia verbal y emocional.

La dirección de Parker es innovadora y visualmente impactante. La película se distingue por su uso de ángulos de cámara inusuales, movimientos de cámara fluidos y una fotografía sombría y atmosférica que refleja el estado mental de Lisa. Hay una obsesión con el rostro de la protagonista, capturado en primeros planos que revelan su angustia y su creciente desesperación. El diseño de producción, que recrea la Nueva York de los años 90 con una crudeza realista, complementa a la perfección la historia. La banda sonora, con sus piezas inquietantes y minimalistas, acentúa la sensación de inquietud y desasosiego.

El guion, coescrito por Parker y Barry Portus, se centra en la exploración de temas complejos como la responsabilidad, la culpa, la pérdida y la identidad. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas incómodas sobre la naturaleza de la moralidad y la inevitabilidad de la decepción. La dinámica familiar se muestra brutalmente honesta, revelando las grietas y las tensiones que siempre han estado presentes, exacerbadas por el comportamiento de Lisa. Si bien el ritmo puede ser pausado y la película a veces se adentra en la oscuridad, la fuerza de las actuaciones y la dirección hacen que sea una experiencia cinematográfica inolvidable. “Margaret” no es un entretenimiento ligero, pero es una obra que invita a la reflexión y que, a pesar de su oscuridad, tiene una profunda resonancia emocional.

Nota: 8/10