“María Antonieta” (2018), dirigida por Oliver Stone, es un espectáculo visual impactante y una relectura audaz de un capítulo crucial de la historia europea. La película no se limita a contar la vida de la reina, sino que busca desentrañar la psique de una joven príncipe, despojada de su inocencia y catapultada a un mundo de protocolos y ambiciones palaciegas. Stone opta por un tono dramático, a veces excesivo, que, aunque en ocasiones resulta llamativo, puede resultar abrumador para el espectador menos familiarizado con el contexto histórico.
El guion, coescrito por Stone y Julian Fellowes, se adentra en la complejidad de la relación entre María Antonieta (interpretada magistralmente por Anya Taylor-Joy) y Luis XVI (Jared Leto), mostrando un matrimonio construido más por conveniencia política que por amor. Taylor-Joy ofrece una actuación cautivadora, transmitiendo la angustia de una adolescente forzada a ser reina, su desesperación por encontrar un lugar en un mundo que no le pertenece. Su mirada, a menudo llena de melancolía y rebeldía, se ha convertido en sinónimo de la película. Leto, por su parte, interpreta al rey como un hombre indeciso, apático y más preocupado por el mantenimiento del orden que por la comprensión de las necesidades de su esposa y su pueblo. Aunque la transformación física de Leto es notoria y, en cierto modo, impactante, su interpretación a veces carece de la profundidad emocional necesaria para realmente conectar con la audiencia.
Visualmente, “María Antonieta” es una obra maestra. La dirección de fotografía de Robby Müller crea un ambiente opulento y lujoso, que contrasta fuertemente con la sensación de aislamiento y melancolía que experimenta María Antonieta. Los escenarios, la vestimenta y el diseño de producción son impecables, transportando al espectador al corazón del Palacio de Versalles y a la corte francesa. La banda sonora, también de Robbie Robertson, complementa la atmósfera con melodías oscuras y evocadoras que intensifican las emociones de la película. Sin embargo, la película no rehúye de la violencia, representada de forma estilizada pero implacable, que refleja la inestabilidad política y social de la época.
Si bien la película es rica en detalles visuales y en la interpretación de su protagonista, a veces se pierde en un exceso de dramatismo y en la necesidad de incluir abundantes discursos. La ambición de Stone de conectar la vida de María Antonieta con acontecimientos históricos importantes se traduce a veces en un ritmo irregular, con escenas largas y conversaciones extensas que, aunque instructivas, pueden resultar lentas para el espectador. Además, la película tiende a simplificar la compleja situación política y social de Francia, enfocándose principalmente en el drama personal de la reina y sus relaciones sentimentales.
A pesar de estas críticas menores, “María Antonieta” es una película que merece ser vista. Es una reflexión sobre el poder, el privilegio, la juventud, la soledad y el impacto de las decisiones en la vida de una persona. La actuación de Anya Taylor-Joy es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película y la experiencia visual es innegablemente memorable.
Nota: 7/10