María Estuardo (1936)

“María Estuardo” (1983), dirigida por Benoît Jacottet, no es una película que deje indiferente. Es un retrato sombrío y, en ocasiones, visceral de una joven reina en una etapa crucial de su vida, marcada por la ambición, la traición y la inevitable pérdida. A diferencia de otras versiones más centradas en la tragedia y el romance, Jacottet se adentra en la psicología de María, revelando una mujer compleja y, en ocasiones, despiadada, presa de un fervor religioso que la impulsa a desafiar las convenciones de su época.

La dirección de Jacottet es magistral en su elección de ambientes y en su apuesta por la naturalidad en las actuaciones. El vestuario y la escenografía son impecables, transportándonos directamente a la Escocia del siglo XVI, con sus castillos imponentes, sus paisajes agrestes y la atmósfera opresiva de una corte en constante conflicto. La paleta de colores, dominada por tonos terrosos y grises, refleja el peso del destino que recae sobre la joven reina. No se recurre a la grandilocuencia visual; la película se centra en la intensidad emocional y en las silenciosas tensiones que se respiran en cada escena.

La actuación de Helena Bonham Carter como María Estuardo es, sin duda, el punto culminante de la película. Bonham Carter consigue transmitir la ambición, el fervor religioso y la vulnerabilidad de la reina con una intensidad sorprendente. Su María no es una víctima pasiva; es una mujer que toma decisiones, que manipula y que, a veces, incluso se muestra cruel. La química entre ella y James Wilsey, quien interpreta al conde Bothwell, es palpable y contribuye a la crudeza del romance que se desarrolla en medio de la intriga política. Wilsey ofrece un Bothwell ambiguo, un comandante militar leal pero también un hombre consumido por la pasión, lo que lo convierte en un personaje fascinante y peligroso.

El guion, aunque adaptado de un libro de Robert Nye, se distancia considerablemente de la versión histórica tradicional. Jacottet opta por un enfoque más psicológico, explorando las motivaciones ocultas de los personajes y la complejidad de sus relaciones. La película no glorifica el poder, sino que muestra sus consecuencias devastadoras. La lucha de María por legitimar su derecho al trono se ve obstaculizada no solo por las intrigas de la nobleza, sino también por la incomprensión de su propio reino. La confrontación con la fe de John Knox, representado con convicción por Ian Holm, añade una capa de conflicto interno a la reina, obligándola a elegir entre su devoción religiosa y sus ambiciones políticas. Aunque algunos diálogos pueden resultar algo torpes y artificiales en comparación con el resto de la película, la complejidad de la trama y la intensidad emocional compensan con creces estas pequeñas fallas.

En definitiva, "María Estuardo" es una película inquietante, inteligente y provocadora, que invita a la reflexión sobre el poder, la ambición y el precio que se paga por la búsqueda del poder. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que disfrutan de dramas históricos complejos y con personajes profundos, es una joya cinematográfica.

Nota: 8/10