“Marshall” es un drama judicial de los que calientan el corazón y te hacen reflexionar sobre la perseverancia y la justicia. La película, ambientada en el Connecticut de 1940, se centra en la carrera incipiente de Thurgood Marshall, el futuro juez de la Corte Suprema y un defensor incansable de los derechos civiles. El argumento, aunque sencillo en su premisa – la defensa de un chófer negro acusado de un crimen gravísimo – es, en realidad, una puerta de entrada a una historia mucho más rica y compleja sobre el nacimiento de un líder. La película no se dedica a las grandes batallas legales, sino a los pequeños triunfos y los desafíos personales que acompañaron a Marshall en sus primeros pasos, lo que la convierte en una experiencia más íntima y, en cierto modo, más conmovedora.
La dirección de Reginald LeFlore es deliberadamente sobria, evitando la grandilocuencia. La película se centra en los detalles, en la atmósfera opresiva de una sociedad racialmente segregada. Se nota la meticulosidad en la recreación de la época, desde la vestimenta hasta la arquitectura, lo que sumerge al espectador en el contexto histórico. No hay explosiones ni persecuciones frenéticas; el drama reside en la tensión silenciosa, en el peso de las decisiones morales que Marshall debe tomar. LeFlore logra crear un ambiente claustrofóbico que refleja tanto la situación legal como el contexto social. El uso de la fotografía es elegante y natural, y la banda sonora, aunque discreta, complementa a la perfección la narrativa.
La película se sustenta en gran medida en las actuaciones. Yahya Abdul-Mateen II ofrece una interpretación magistral como Thurgood Marshall. No es solo un abogado brillante, sino un hombre con contradicciones, con dudas y con una profunda convicción en la justicia. Su interpretación transmite vulnerabilidad y determinación, y se siente su necesidad imperiosa de defender aquello en lo que cree. La química entre Abdul-Mateen II y Chadwick Boseman, quien interpreta a Sam Shepherd, el chófer acusado, es especialmente notable. La relación entre ambos se construye gradualmente, pasando de la desconfianza inicial a un respeto mutuo, y añade una dimensión humana crucial a la historia. La actuación de Boseman, especialmente, es conmovedora; su personaje es un hombre justo, marginado y víctima de un sistema injusto.
El guion, adaptado de la biografía de Marshall escrita por Taylor Branch, se centra en el viaje personal de Marshall tan como en la lucha legal. La película explora la presión que siente Marshall por cumplir sus promesas a su mentora, Jack Johnson (Freddie Leonard), y la responsabilidad que percibe al proteger a Sam Shepherd. Aunque la trama principal se centra en el caso, el guion también ofrece fragmentos de vida de Marshall, como su relación con su esposa, Emma, y su lucha interna con su identidad. Si bien la película podría haber profundizado en algunos de estos aspectos, su enfoque principal en la defensa del acusado y en el establecimiento de Marshall como un personaje con un propósito, resulta ser el más efectivo. “Marshall” no pretende ser una biografía exhaustiva, sino un retrato de un momento crucial en la vida de un hombre que cambiaría el curso de la historia.
Nota: 7.5/10