“Martha Marcy May Marlene” (2011) no es una película que se disfruta con la mente a flor de piel. Más bien, es una experiencia visceral, un lento y perturbador descenso a la locura a través de la lente del recuerdo y la sospecha. Jim Jarmusch, lejos de las comedias de viajes de su consagración, se adentra en el territorio del thriller psicológico con una meticulosidad que le otorga una fuerza particular.
La dirección de Jarmusch se distingue por su enfoque en la atmósfera y el detalle. La película se construye con una lentitud deliberada, casi metódica, que contribuye a generar una sensación palpable de inquietud. El uso de la luz y la sombra, la paleta de colores apagados y la banda sonora minimalista, combinados con la fotografía de Lance Acraman, crean un ambiente opresivo que refleja el estado mental fragmentado de Martha (Casey Affleck). No se trata de un thriller de acción con persecuciones y sustos repentinos; su terror reside en lo que no se ve, en los silencios incómodos y en las miradas vacías. Jarmusch se enfoca en la incomunicación, en la dificultad de conectar con los demás, y en la forma en que el trauma puede corroer la psique.
Casey Affleck ofrece una actuación simplemente magistral. Su Martha es un personaje complejo y profundamente atormentado. La fragilidad de su personaje es evidente en cada gesto, en cada mirada. Su interpretación es sutil y llena de matices, transmitiendo la angustia interna de una mujer que lucha por recuperar su identidad después de haber vivido experiencias que la han marcado irrevocablemente. El resto del reparto, incluyendo a Jenna Fischer como Lucy y Pete Postlethwaite como el padre de Martha, también cumplen con creces. La dinámica familiar está cargada de tensión y ambigüedad, y la actuación de Fischer es especialmente notable por su capacidad de expresar tanto la preocupación como el miedo.
El guion, adaptado de una historia real, es el núcleo de la película. La narrativa no es lineal; se construye a través de recuerdos fragmentados, conversaciones incompletas y flashbacks que se entrelazan de manera magistral. Esta estructura narrativa no siempre es fácil de seguir, pero contribuye a la sensación de desorientación y confusión que experimenta Martha. La película plantea preguntas difíciles sobre la naturaleza de la memoria, la responsabilidad personal y el poder destructivo del sectarismo. No proporciona respuestas fáciles y, en cambio, deja al espectador reflexionando sobre las implicaciones de la historia.
“Martha Marcy May Marlene” no es una película para todos los públicos. Requiere paciencia, atención y la disposición a confrontar la oscuridad que se esconde en la memoria humana. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a sumergirse en esta experiencia inquietante, es una película profundamente conmovedora y memorable. Una obra maestra del thriller psicológico que persiste en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.
Nota: 8/10