Mary and Max (2009)

“Mary and Max” es una película que, a primera vista, puede parecer un ejercicio peculiar y, quizás, un tanto inquietante. Pero tras la primera impresión, se revela una obra maestra conmovedora y profundamente humana que explora temas complejos como la soledad, la amistad improbable y la aceptación de la diferencia. La película de Justin Kurzel, producida por Danny Boyle, no es una comedia ligera, ni mucho menos, sino una reflexión agridulce sobre la condición humana que permanece con el espectador mucho tiempo después de que los créditos finales hayan rodado.

La película sigue la extraña y sincera correspondencia entre Mary, una niña australiana de ocho años diagnosticada con un trastorno de la conducta alimentaria, y Max, un cuarentón judío con obesidad y problemas emocionales que vive en Nueva York. La premisa en sí misma es inusual, pero la autenticidad con la que Kurzel y el equipo de producción la presentan es lo que la hace tan poderosa. La película se adentra en las vidas de estos dos personajes, evitando juicios y ofreciendo un espacio seguro para la vulnerabilidad. La dirección de Kurzel es notablemente sutil; se centra en la expresión facial, en el lenguaje corporal, y en las pequeñas sutilezas que revelan la profundidad emocional de cada personaje. No recurre a clichés emocionales ni a simplificaciones fáciles.

Las actuaciones son, sin duda, la piedra angular de esta película. Rebel Wilson, como Mary, entrega una interpretación absolutamente deslumbrante. Captura con perfección la exuberancia de la infancia, la curiosidad inagotable y, al mismo tiempo, la profunda angustia que la acecha. Su performance es una mezcla perfecta de inocencia y vulnerabilidad. Geoffrey Rush, como Max, se sumerge por completo en el papel, ofreciendo una interpretación magistralmente matizada. Rush consigue transmitir la miseria, la soledad y el sentimiento de rechazo de Max de una manera que es a la vez divertida y devastadora. La química entre los dos actores es palpable; su amistad, construida a través de las cartas, se siente genuina y conmovedora. El resto del elenco secundario también ofrece interpretaciones sólidas, apoyando la narrativa principal.

El guion, adaptado de una serie de cartas reales, es delicado y perspicaz. La película no intenta ser un melodrama sentimental, sino más bien una exploración honesta de las dificultades de la comunicación, la soledad y la búsqueda de conexión. A través de las cartas, se revelan las inseguridades, los miedos y las esperanzas de cada personaje. La película aborda temas delicados como la obesidad, la depresión y el aislamiento con sensibilidad y respeto, evitando caer en la explotación o la caricaturización. El ritmo, pausado pero no monótono, permite al espectador conectar profundamente con los personajes y comprender la evolución de su relación. Es una película que te invita a la reflexión, a cuestionar tus propias ideas sobre la amistad y la belleza.

“Mary and Max” es una película que honra la complejidad de la experiencia humana, ofreciendo un retrato conmovedor de dos personajes improbables que encuentran consuelo y compañía en la distancia. Es una película que te tocará el corazón y te hará cuestionar tus propias definiciones de "normalidad" y "felicidad".

Nota: 8/10