“Más allá del amor” es una película que, en su intento de revitalizar un clásico, se pierde un tanto en el camino. El remake de “Amor sin fin” (1981) de Wolfgang Petersen, dirigido por la veterana Sarah Ryland, ofrece una reimaginación moderna de la historia del amor prohibido, pero lamentablemente carece de la magia original y la profundidad emocional que caracterizaban la película original. Si bien la película cuenta con elementos visuales atractivos y unas interpretaciones decentes, no logra alcanzar la resonancia sentimental que se esperaría de un relato tan arquetípico.
La dirección de Ryland se concentra principalmente en la creación de una atmósfera adolescente vibrante y llena de color. Los exteriores en la costa californiana son hermosos y contribuyen a la sensación general de verano y libertad. Sin embargo, la dirección no aporta una profundidad particular a las escenas, optando por un estilo más visual y superficial. Hay momentos en los que la película se siente un poco torpe, como en la escena del primer beso, que carece de la naturalidad y la química que podrían haber elevado la escena. La música, aunque contemporánea, a veces se siente forzada y no se integra plenamente en la narrativa.
Las actuaciones son relativamente sólidas, especialmente la de la joven protagonista, Chloe Bennett, quien interpreta a Jade con una timidez palpable y una vulnerabilidad que, en su mayoría, funciona bien. Su relación con David, interpretado por Liam Walker, se desarrolla de forma creíble, aunque su química no es explosiva. Walker, en cambio, parece un poco sobreactuado en algunos momentos, sobrepasando la intensidad emocional necesaria para su personaje. El padre de Jade, interpretado por James Harding, ofrece una actuación más convincente, transmitiendo la frustración y el temor de un hombre que ve amenazadas las expectativas que ha construido para su hija. La dinámica familiar, aunque presente, no se explora con la suficiente profundidad, lo que disminuye el impacto emocional de la trama.
El guion es, sin duda, el punto más débil de la película. Si bien la premisa – un romance prohibido entre dos adolescentes de familias rivales – es sólida, la ejecución es predecible y carente de originalidad. Los diálogos son a menudo torpes y poco naturales, y la trama se desarrolla de manera lineal y sin sorpresas. La película rehuye abordar las complejidades subyacentes al conflicto familiar, optando por un enfoque más melodramático y convencional. La resolución, aunque feliz, se siente un poco apresurada y simplificada. Se intuye un intento de modernizar la historia original, pero la película no logra superar la necesidad de depender de clichés y tropos del género. En esencia, "Más allá del amor" recuerda demasiado a una versión más pulida de lo que ya había sido explorado magistralmente antes.
Nota: 5/10