Masacre (Ven y mira) (1985)

“Masacre (Ven y mira)” es una película visceral y perturbadora que, lejos de buscar una glorificación de la victoria, se sumerge en el horror de la ocupación nazi en la Bielorrusia de 1944. Dirigida por Tadeusz Janczko, la película, encomendada para conmemorar el 40 aniversario de la guerra, se construye magistralmente alrededor de la perspectiva de Jan, un niño que, a medida que avanza la trama y presenciando la creciente violencia, se transforma en un espectador taciturno y desolado. Esta estrategia narrativa es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película; el niño Jan actúa como un filtro a través del cual el espectador experimenta el horror, sin la distorsión de un relato grandilocuente o heroico.

La dirección de Janczko es minimalista en cuanto a elementos visuales exuberantes. La cámara, en su mayoría, se limita a lo esencial, a lo que se necesita para captar los hechos y transmitir el creciente desasosiego del protagonista. La película se vale de la incomodidad, de la silencio y de los planos largos que permiten al espectador absorber la atmósfera opresiva de las aldeas devastadas. La fotografía, en tonos apagados y grises, refuerza esa sensación de desesperanza y pérdida. Sin embargo, es en la forma en que Janczko utiliza el silencio y la contemplación para mostrar la brutalidad del conflicto lo que la convierte en una obra tan impactante.

La actuación de los jóvenes actores es fundamental para el éxito de la película. Kacper Cybulski, quien interpreta a Jan, ofrece una interpretación genuina y conmovedora. Su evolución, desde la inocencia inicial hasta la resignación y el dolor, es palpable y auténtica. Los actores secundarios también cumplen su cometido, dando vida a los personajes que han sufrido a manos de los alemanes. No obstante, es la fragilidad y la vulnerabilidad de Jan la que finalmente golpea con mayor fuerza. No se trata de un héroe, ni de un guerrero, sino de un niño que, como todos los niños, es víctima de la barbarie.

El guion, adaptado de la novela homónima de Svetlana Alexievich, es el núcleo de la película. No se centra en escenas de acción o en detalles tácticos de la guerra. En cambio, se adentra en las memorias fragmentadas y contradictorias de las víctimas, presentando una visión caleidoscópica de la matanza. La película no justifica el horror; simplemente lo relata con una precisión despiadada. El tratamiento de la verdad, a menudo difusa y subjetiva, es un elemento clave. La película no busca la reconstrucción completa de los hechos, sino que se enfoca en el impacto emocional y psicológico de la masacre. La narrativa, aunque lenta, logra construir una atmósfera de profunda angustia y horror existencial. La película funciona mejor cuando se permite al espectador procesar la información a su propio ritmo, en lugar de forzarlo hacia un desenlace espectacular.

En definitiva, "Masacre (Ven y mira)" es una obra cinematográfica desafiante pero esencial. Una película que exige un compromiso emocional y una cierta sensibilidad. Es una advertencia contra la barbarie y un homenaje a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. No es una película fácil de ver, pero su poder emocional y su mensaje son innegables.

Nota: 8/10