Mass (2021)

“Mass” no es un thriller policial convencionales, ni una película con la intención de ofrecer explicaciones fáciles. Es, sobre todo, una exploración profundamente perturbadora y cruda de la culpa, el trauma y la dificultad inherente a la comunicación en las familias, incluso cuando las heridas parecen ya demasiado profundas. La película, dirigida magistralmente por Mark Friedman, se centra en el incómodo y prolongado enfrentamiento entre Jay (Jason Isaacs) y Gail (Martha Plimpton) con el hijo de Richard y Linda, un joven llamado Andy (Henry Zaga), quien está al centro de una tragedia devastadora que ha sacudido sus vidas. La película no busca glorificar ni idealizar a sus personajes; en cambio, los presenta como seres falibles, retorcidos y, en última instancia, terriblemente humanos.

La dirección de Friedman es esencial para la atmósfera opresiva y claustrofóbica que la película genera. El uso del sonido, en particular, es notable. La banda sonora, aunque discreta, intensifica la sensación de tensión y anticipación. Las conversaciones, a menudo silenciosas o interrumpidas por largas pausas incómodas, son la verdadera arma de la película. El director logra transmitir, con una sutileza escalofriamente efectiva, las capas de resentimiento, el miedo y la incomunicación que se acumulan entre los personajes. El encuadre de la cámara, a menudo minimalista y centrado en los rostros de los protagonistas, acentúa aún más la sensación de aislamiento y la dificultad de establecer una conexión real.

Las actuaciones son extraordinarias en todo el espectro. Jason Isaacs, en el papel de Jay, ofrece una interpretación de una fragilidad contenida, un hombre roto por el peso de su pasado. Sus gestos, sus silencios, sus miradas, revelan una profunda amargura y un miedo palpable a ser juzgado. Martha Plimpton, como Gail, complementa a Isaacs con una presencia igualmente impactante. Su personaje es quizás el más complejo y, paradójicamente, el que menos explicación necesita. Es una mujer llena de ira reprimida, de secretos no dichos, de una necesidad desesperada de justicia, pero también de un anhelo desesperado por el perdón. Henry Zaga, en el papel de Andy, entrega una actuación sutil pero poderosa, transmitiendo la confusión y la culpa de un joven que se encuentra atrapado en la sombra de un evento trágico. No se le da la oportunidad de ser un héroe, sino de ser un reflejo de las consecuencias de la tragedia.

El guion, adaptado de un artículo de la New York Times, es preciso y, aunque a veces lento, logra mantener el interés del espectador gracias a la intensidad de las relaciones y al constante sentido de que algo está por ocurrir. La película no ofrece respuestas fáciles, ni conclusiones definitivas. El final, ambiguo y agridulce, refuerza esta idea, dejando al espectador con una sensación de inquietud persistente. “Mass” no es una película fácil de ver, pero es, sin duda, una experiencia cinematográfica memorable, un recordatorio inquietante de la complejidad del ser humano y el poder destructivo del silencio. Es una película que te persigue mucho después de que los créditos finales hayan pasado.

Nota: 7/10