Masters del universo (1987)

“Masters of the Universe” (2024) es una incursión inesperada en el universo de He-Man y los Masters del Universo, y aunque llega con la sombra de un legado legendario, el resultado final es un espectáculo visualmente atractivo pero, en el fondo, notablemente desapasionado. La película, dirigida por Kevin Smith, se atreve a adaptar la serie animada clásica a un formato moderno, pero, lamentablemente, no logra recapturar la chispa y la aventura que la caracterizaron. La premisa –un viaje a la Tierra del siglo XX para recuperar una llave cósmica y desbaratar los planes de Skeletor– es sólida y podría haber dado lugar a una película vibrante y emocionante. Sin embargo, la ejecución carece de la profundidad y la complejidad que se esperaría de una adaptación tan ambiciosa.

El aspecto más fuerte de la película reside en su estética. Los efectos visuales son impresionantes, creando un mundo de Eternia rico en detalles y con escenas de acción de gran impacto. Las batallas son coreografiadas con una energía considerable, y la conversión de los personajes icónicos en seres digitales es, en su mayoría, exitosa. Sin embargo, esta abundancia de efectos especiales a veces resta importancia a la narrativa, convirtiéndola en una exhibición de tecnología más que en una historia convincente. El diseño de producción es impecable, recreando con fidelidad tanto la apariencia futurista de Eternia como el ambiente peculiar de la Tierra del siglo XX. No obstante, la excesiva dependencia de la CGI diluye el encanto de la trama.

En cuanto a las actuaciones, Alexander Ludwig ofrece un He-Man carismático y relativamente convincente, aunque le falta una profundidad emocional que le permita realmente conectar con el personaje. Laurence Fishburne, como la hechicera Sorceress, aporta una presencia imponente y un aire de sabiduría, pero su personaje se siente un poco eclipsado por el bombardeo de acción. Karl Urban, como el villano Skeletor, se beneficia de la expresividad de su rostro y de su habilidad para generar amenaza, aunque su motivación, al igual que la de muchos otros personajes, se siente un poco simplificada. La película se beneficia de la inclusión de Tommy Wirkkala, quien aporta humor y un toque de irreverencia, aunque su participación se siente algo fuera de lugar dentro de la narrativa general.

El guion, sin duda, es el principal punto débil de la película. Las tramas secundarias se sienten repetitivas y poco desarrolladas, y el ritmo es irregular, alternando momentos de acción frenética con escenas de diálogo aburridas. La exploración de la Tierra del siglo XX es superficial, convirtiéndose en un mero telón de fondo para las batallas. Además, la decisión de relegar la llave cósmica a manos de unos adolescentes que la consideran un instrumento musical es una elección cuestionable que resta credibilidad al conflicto principal. La película parece temer arriesgarse y, en consecuencia, se queda corta en su ambición narrativa. La falta de una visión clara y un desarrollo de personajes más profundo resultan en una experiencia cinematográfica superficial y, en última instancia, olvidable. El humor, aunque presente, a menudo se siente forzado y no siempre encaja con el tono de la película.

Nota: 5/10