“Matewan” es una película de 1987 que, a pesar de su edad, sigue siendo un testimonio potente y conmovedor sobre la lucha por la justicia y los derechos laborales en el corazón de Virginia Occidental durante los años 20. Dirigida por John Sayles, la película no se limita a ser una mera recreación histórica, sino que se adentra en la complejidad de las relaciones sociales, económicas y raciales que definieron la vida de los mineros y sus familias.
La película se centra en la pequeña ciudad de Matewan, un lugar que se reduce a una lucha constante por la supervivencia. La dirección de Sayles es magistral en su capacidad para evocar la atmósfera opresiva de la época, utilizando la luz natural y la fotografía en tonos apagados para reflejar la miseria y la desesperación de los habitantes. Los planos que muestran las minas, inmensas y amenazantes, son particularmente impactantes, transmitiendo la sensación de peligro constante que experimentaban los mineros en su trabajo. Pero la fuerza de la película reside en la meticulosidad con la que se construye la relación entre los personajes. Sayles no idealiza a ninguno, mostrando tanto a los mineros, a menudo impulsados por la ambición y la frustración, como a los ejecutivos de las compañías mineras, motivados por la avaricia y el poder.
El elenco es excepcional, liderado por un Steve Earle soberbio como la figura carismática y audaz de Shelton Blake, líder de los mineros. Earle ofrece una interpretación compleja, representando a un hombre que se debate entre la lealtad a su gente y la necesidad de un cambio radical. Patricia Clarkson, como la ingeniosa y decidida Helen Blake, aporta una elegancia y una fuerza interior que complementan a la perfección el papel de Earle. El resto del reparto, compuesto por actores negros y blancos, ofrece interpretaciones sólidas que contribuyen a la autenticidad del retrato social de la película.
El guion, escrito por Sayles, es especialmente elogiable por su capacidad para equilibrar la acción dramática con la profundidad de las relaciones humanas. La película no se centra solo en la huelga, sino que explora las vidas de las familias mineras, sus sueños, sus miedos y sus esperanzas. La trama avanza a un ritmo pausado pero constante, permitiendo al espectador conectar emocionalmente con los personajes y comprender las motivaciones detrás de sus acciones. Aunque algunos podrían considerar la lentitud un defecto, en realidad, es un elemento fundamental para transmitir la sensación de tiempo y la desesperación que caracterizaron la vida de los mineros.
“Matewan” no es un espectáculo grandilocuente, ni una película fácil de ver. Es una película dura, que denuncia la explotación laboral, la discriminación racial y la brutalidad de la historia. Sin embargo, es una película que deja una impresión duradera, recordándonos la importancia de luchar por la justicia y la dignidad humana. La película es un llamamiento silencioso a la reflexión sobre las consecuencias de la desigualdad y la necesidad de construir una sociedad más justa y equitativa.
Nota: 8.5/10