Maurice Richard (2005)

“Maurice Richard” es un biopic deportivo que se erige como un relato conmovedor y, en muchos aspectos, sorprendentemente fresco sobre una leyenda que a menudo se ha relegado a un segundo plano en la historia del hockey. La película, dirigida con una sensibilidad palpable por Robert Carrier, no se limita a relatar los logros de Richard, sino que se adentra en su alma, en la lucha interna entre el deber, la lealtad y la búsqueda de la justicia. La película no se centra tanto en el espectáculo del juego – aunque este se muestra con una fidelidad visual considerable, con imágenes de acción que capturan la velocidad y la intensidad del hockey de los años 50 – como en la exploración de las tensiones sociales y raciales que Richard enfrentó.

La actuación de Nathan Phillips como Maurice Richard es, sin duda, el corazón de la película. Phillips no se limita a emular la apariencia física del jugador, sino que captura con precisión su quietud, su determinación silenciosa y su profunda melancolía. Su mirada transmite la carga que lleva sobre sus hombros, la presión de ser un ejemplo para su comunidad y el peso de una identidad dividida. A diferencia de la imagen de "The Rocket" que a menudo se asocia con exuberancia y agresividad, Phillips presenta un Richard más introspectivo y vulnerable, lo que humaniza enormemente su figura y le otorga una mayor resonancia emocional. La química entre Phillips y sus compañeros de equipo, interpretados con brío y autenticidad, también es notable, construyendo una imagen de camaradería y, al mismo tiempo, de silenciosa frustración.

El guion, aunque no explota la complejidad política de la época con la profundidad que podría haber tenido, se centra en un ritmo narrativo sólido y en la construcción gradual de la tensión. La película documenta con cuidado la marginalización que sufrían los jugadores franco-canadienses en una liga mayoritariamente anglosajona, mostrando la discriminación sutil y no tan sutil que experimentaban en los vestuarios, en el banquillo y en el público. La trama se centra, comprensiblemente, en el conflicto personal de Richard y en su creciente descontento con las prácticas de la liga, pero sin sacrificar la dimensión social. La suspensión de 1955, el punto culminante de la película, no se presenta como un mero evento deportivo, sino como un catalizador de un levantamiento social con consecuencias devastadoras, un momento histórico que la película aborda con respeto y que requiere una reflexión sobre el poder de la injusticia y la importancia de la voz individual.

Si bien la película evita profundizar en los matices políticos y sociales de la época, ofreciendo una visión relativamente simplificada de la situación, su enfoque en la experiencia personal de Richard y la poderosa interpretación de Nathan Phillips la convierten en un filme atractivo e instagráfico. “Maurice Richard” es más que un biopic deportivo; es un estudio conmovedor sobre la perseverancia, la identidad y la búsqueda de la justicia en un mundo que no siempre es justo. Es una película que merece ser vista y analizada, especialmente en el contexto actual de debates sobre racismo y discriminación.

Nota: 8/10