Max y la tropa gamberra (2020)

“Max y la tropa gamberra” es una película que, a primera vista, puede parecer una simple comedia para niños. Sin embargo, tras la superficie se revela una producción con una considerable sustancia que explora temas más profundos a través de una lente encantadora. La dirección de Marc Klasen es notable, logrando crear una atmósfera de cuento de hadas medieval que, sorprendentemente, funciona a la perfección dentro del entorno de un hogar de ancianos. Hay una evidente preocupación por el diseño de producción, que es impresionante y crea un mundo visualmente rico y cautivador. La arquitectura gótica de Castle Geroldseck, junto con el vestuario y los efectos visuales, transportan al espectador a un lugar donde la nostalgia y lo fantástico coexisten. Klasen domina el ritmo de la narrativa, equilibrando la acción juvenil con momentos de humor más sutil y, sorprendentemente, con reflexiones sobre la pérdida y el paso del tiempo.

El elenco es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. El joven Ben Schnetzer ofrece una actuación particularmente convincente como Max, un chico sensible y observador que, inicialmente, se siente alienado y abrumado por el entorno. Su crecimiento emocional a lo largo de la película es genuino y fácil de seguir. Pero la verdadera magia reside en el reparto de ancianos. Cada uno de los actores que interpretan a los residentes de Castle Geroldseck – entre ellos, la siempre formidable Maggie Smith y el carismático John Goodman – aporta una personalidad y una química excepcionales al grupo. La dinámica entre ellos es hilarante y, al mismo tiempo, conmovedora. La interpretación de Maggie Smith, en particular, es magistral: evoca a la vez la franqueza de una abuela y la sabiduría de una mujer que ha vivido muchas cosas. El guion, en gran medida, se beneficia de la química natural que se establece entre los actores, lo que intensifica la experiencia emocional.

En cuanto al guion, “Max y la tropa gamberra” no se limita a contar una historia de aventura. Si bien la búsqueda del tesoro es el catalizador de la acción, la película aborda temas más complejos de una manera que resulta sorprendentemente efectiva para su público objetivo. La idea de que el amor, la amistad y el sentido de pertenencia pueden encontrarse en los lugares más inesperados es central. Además, la película subraya la importancia de preservar la memoria y la historia, a través de la leyenda del tesoro y la relación de Max con los ancianos. Aunque algunos diálogos son un poco torpes y predecibles, la película logra evitar caer en clichés, ofreciendo una experiencia fresca y agradable. El desarrollo del misterio central, que rodea el origen del tesoro y las extrañas ocurrencias que suceden en el castillo, mantiene al espectador enganchado hasta el final, aunque la resolución final podría haber sido un poco más elaborada.

En definitiva, "Max y la tropa gamberra" es una película que ofrece entretenimiento genuino y, a la vez, invita a la reflexión. Es una historia sobre la amistad, la aceptación y el valor de las experiencias vitales. La dirección, las actuaciones y el guion se complementan a la perfección, creando una producción que superaría las expectativas iniciales. Es una película para disfrutar en familia y, quizás, para hacer pensar en las personas que nos rodean.

Nota: 7.5/10