Máxima ansiedad (1977)

“Máxima Ansiedad” (1972), dirigida por Sidney J. Furman, no es solo una comedia de suspense, es una experiencia cinematográfica que obliga al espectador a cuestionar su propia percepción de la realidad. La película, a menudo relegada a los recónditos de la historia del cine de terror cómico, se erige como una obra sorprendentemente compleja y perturbadora, incluso por sus estándares de la época.

Mel Brooks, en su papel de doctor Thorndyke, entrega una actuación brillante, aunque inicialmente pueda parecer sorprendentemente convencional. Sin embargo, a medida que la trama se complica y la salud mental del personaje se desmorona, Brooks demuestra una habilidad para transmitir una inminente inestabilidad que va más allá del simple humor. El personaje, obsesionado con la neurosis y la investigación de la mente humana, se convierte en el objeto del misterio, y la película juega magistralmente con la ambigüedad, dejando al público constantemente preguntándose quién es el verdadero culpable.

La dirección de Furman es precisa y deliberada. Utiliza la iluminación y el diseño de los escenarios para crear una atmósfera de creciente paranoia. Los pasillos laberínticos del Instituto Psico-Neurótico, con sus sombras y sus espacios confinados, se convierten en un reflejo del estado mental desordenado de los personajes. El ritmo de la película es pausado, lo que contribuye a intensificar la tensión. No se apresura a revelar la verdad, dejando que las sospechas y los temores se acumulen, construyendo un clima de suspenso que se vuelve casi palpable.

El guion, adaptado de la novela de Eric Tabler, es el corazón de la película. Es inteligente, ambiguo y a menudo subvertir las expectativas del espectador. La trama, que involucra asesinatos y acusaciones falsas, se desenvuelve con una lógica interna que, a pesar de lo absurdo de la premisa, resulta coherente. La película explora temas como la paranoia, la responsabilidad y la fragilidad de la cordura, temas que siguen siendo relevantes en la actualidad. La forma en que la narrativa juega con las percepciones y las alucinaciones es particularmente efectiva, desafiando al público a discernir lo real de lo imaginario.

Si bien la película puede parecer lenta por los estándares modernos, su fuerza reside en la atmósfera opresiva que crea y en la habilidad con la que plantea preguntas sobre la naturaleza de la verdad y la percepción. “Máxima Ansiedad” no busca ofrecer respuestas fáciles; simplemente obliga al espectador a reflexionar sobre lo que realmente es real, y si, en última instancia, la realidad es solo una construcción de la mente.

Nota: 7/10