“¡Me casé con un extraño!” (Meet the Freaks) es una comedia de ciencia ficción peculiar, con una premisa tan absurda como ingeniosa, y que, a pesar de algunas inconsistencias, logra entretener y sorprender. La película, dirigida por Rob Maglin, se aleja del blockbuster hollywoodiense para ofrecer una propuesta más underground y cercana al humor negro y lo bizarro. No es una película que aspire a ser tan profunda como “El Club de la Pelea”, pero sí logra una originalidad que la distingue de la mayoría de las comedias con elementos sobrenaturales.
La historia de Grant Boyer, un hombre común que despierta con habilidades extraordinarias tras un accidente, es la chispa que enciende la película. La premisa, aparentemente simple, se transforma en una maraña de situaciones hilarantes y, a veces, perturbadoras. La película explora las consecuencias de la repentina adquisición de poderes en un hombre que no ha pedido ni buscado esas capacidades. La evolución de Grant, de un novato casado a un héroe (o villano) improvisado, es el eje central de la trama y se ve impulsada por las reacciones de su esposa, Sarah, y sus suegros, una pareja de ancianos con ideas muy definidas sobre el orden y el control. La dinámica familiar, exacerbada por la nueva situación, genera momentos de genuino humor y tensión.
Las actuaciones son sobresalientes. Matt Blaisdell, como Grant, transmite la confusión, la incredulidad y la creciente desesperación de su personaje con una naturalidad que le permite conectar con el público. La química entre Blaisdell y sus compañeros de reparto, particularmente la interpretación de los ancianos, es excelente. La película se beneficia enormemente de un elenco de apoyo talentoso que aporta calidez y humor a la historia. Sin embargo, el guion, aunque ingenioso en su planteamiento inicial, ocasionalmente se pierde en excentricidades innecesarias y en un ritmo irregular. Algunos diálogos son forzados, y ciertas subtramas se diluyen sin aportar valor real a la narrativa principal. A pesar del esfuerzo, la película ocasionalmente necesita frenar para dar pie a una subtrama que se siente fuera de lugar.
La dirección de Rob Maglin es sólida y mantiene el tono peculiar de la película. El uso de la fotografía es interesante, con una paleta de colores que refleja la mezcla de lo ordinario y lo extraordinario. La banda sonora, aunque no destaca particularmente, contribuye a crear una atmósfera única. El maquillaje y los efectos especiales, aunque no sean de última generación, son efectivos y cumplen su función, permitiendo a los espectadores visualizar las transformaciones de los personajes de manera convincente. “¡Me casé con un extraño!” es, en definitiva, una comedia de ciencia ficción con mucho potencial, que, aunque imperfecta, ofrece una experiencia original y divertida que merece la pena descubrir.
Nota: 7/10