Megalodón (2018)

“Megalodón” no es precisamente una joya cinematográfica, pero sí un entretenimiento decente que cumple su cometido de proporcionar un espectáculo visual con un elemento de suspense marino. La película, dirigida por Guillermo del Toro (sí, ese Guillermo del Toro, pero en un papel más técnico que creativo) y Ben Wheatley, se centra en el descenso a las profundidades del océano en un sumergible dañado, enfrentándose a una amenaza ancestral que resurge: el Megalodón. El tema, la idea de un depredador prehistórico que regresa para reclamar su dominio, ha sido explorado antes, pero la presentación, aunque a veces torpe, es lo que realmente atrae la atención.

El guion, escrito por Michael Dougherty y Shawn Levy, carece de la profundidad que podría haberle dado mayor impacto a la historia. Los diálogos son a menudo expositivos y poco naturales, y la trama principal se desarrolla de forma predecible, siguiendo la fórmula de películas de rescate en espacios confinados. Sin embargo, hay algunos momentos de tensión genuina, especialmente cuando el Megalodón comienza a atacar el sumergible. La sensación de claustrofobia y peligro real se consigue, aunque a veces la CGI es un poco evidente, lo que resta credibilidad a algunas de las escenas más espectaculares. La utilización de la luz y la oscuridad para generar atmósfera es efectiva, pero la historia no logra ir más allá de la simple confrontación entre la humanidad y la bestia.

Las actuaciones son sólidas. Jason Statham, como siempre, se limita a su personaje de héroe duro y estoico, pero aporta la dosis justa de acción y carisma que necesita la película. Winston Chao, interpretando al científico visionario, no tiene demasiado espacio para desarrollar su personaje, aunque su personaje es un punto de inflexión crucial en la trama. Li Bingbing, en el papel de la hija del científico, tiene un arco narrativo que, aunque no siempre impacta, le da un elemento de vulnerabilidad a la historia. La presencia de Ray Winstone como el jefe del programa, añade un toque de realismo y un peso al dilema moral que se plantea sobre la exploración de las profundidades.

Del Toro, con su experiencia en la creación de criaturas fantásticas, aporta un diseño del Megalodón que, a pesar de las imperfecciones de la animación, resulta impactante y memorable. La película logra momentos de verdadera belleza visual al mostrar el entorno submarino, con sus bioluminiscentes vida marina y las profundidades inexploradas. No obstante, la película se pierde en la sobreexposición de efectos especiales, sacrificando a veces la atmósfera que podría haberla enriquecido.

En definitiva, “Megalodón” es una película de acción y terror marino que cumple con el entretenimiento que promete, aunque carece de la profundidad y originalidad necesarias para destacar. Es un espectáculo visualmente atractivo, pero narrativamente, es un tanto superficial.

Nota: 6/10