“Mejor... Imposible” no es una comedia para risas estruendosas, sino una disección, con un humor irónico y penetrante, de la soledad, la frustración y la innegable dificultad para conectar con el otro. Jim Jarmusch, a lo largo de su carrera, ha cultivado una sensibilidad particular, una capacidad única para retratar personajes marginales, individuos en conflicto con el mundo que les rodea, y esta película, sin duda, es su obra maestra hasta la fecha. La película no se preocupa por ofrecer soluciones fáciles o finales felices; en cambio, se centra en la evolución, o más bien, la *ausencia* de evolución, de Melvin Udall, un escritor de ficción pulp que se niega a escribir nada serio y que pasa sus días odiando a todo y a todos, especialmente a su vecino, un labrador amarillo llamado Caballo. La premisa inicial – Melvin debe cuidar de Caballo – es, en principio, absurda y funciona precisamente por ello: la ruptura con la lógica de Melvin, un hombre que considera que las emociones son una debilidad, es el punto de partida de una transformación, aunque no sea precisamente una que deseemos observar.
La dirección de Jarmusch es magistral en su simplicidad. Evita los excesos visuales, centrándose en la atmósfera, en la expresión facial de Steve Zahn en el papel de Melvin. La película se desarrolla en un entorno rural estadounidense, con paisajes desolados y una sensación constante de incomodidad. La fotografía, en tonos apagados y con una paleta cromática limitada, refuerza esta atmósfera, transmitiendo la soledad y la desesperación del protagonista. Jarmusch mantiene un ritmo pausado, permitiendo que el espectador absorba la rutina de Melvin y, gradualmente, la torpe e incómoda intimidad que se establece con Caballo. No hay diálogos grandilocuentes ni momentos heroicos; la tensión surge del silencio, de las miradas, de las pequeñas interacciones que revelan la profunda incomunicación del personaje. Es una película que te exige paciencia y atención, pero a cambio te ofrece una experiencia cinematográfica rica y profundamente reflexiva.
El personaje de Melvin, interpretado con una intensidad admirable por Steve Zahn, es una creación memorable. Zahn logra transmitir la miseria de un hombre que ha construido una armadura contra el mundo, una armadura que le impide sentir, amar o incluso ser feliz. Su actuación no se basa en la comedia caricaturesca, sino en la honestidad y la vulnerabilidad. El resto del reparto es discreto pero efectivo, con actuaciones de tipo reservado que contribuyen a la atmósfera general de la película. La banda sonora, minimalista y atmosférica, complementa a la perfección la narrativa. El guion, escrito por Jarmusch y Aaron Sorkin, se vale de un diálogo seco, directo y a menudo ambiguo, para explorar temas como la soledad, la incomunicación, la responsabilidad y la redención. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas inquietantes sobre la naturaleza humana y la importancia de la conexión.
En definitiva, “Mejor... Imposible” es una película delicada y compleja, que requiere una dosis de compromiso por parte del espectador. No es una comedia para todos los públicos, sino una obra que invita a la reflexión y que, a pesar de su tono melancólico, resulta profundamente conmovedora. Es un trabajo honesto y reflexivo del director Jim Jarmusch, una película que se queda en la memoria mucho después de haber terminado de verla.
Nota: 8/10