Mejor otro día (2014)

“Mejor otro día” es, en esencia, una comedia negra profundamente original y perturbadora que, a pesar de su premisa aparentemente absurda, logra generar una experiencia cinematográfica que se aferra a la memoria mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar. La película, dirigida por Hannes Muller y con una guionización compartida por Muller y el guionista en activo, Ben Hoffman, no se basa en la mera comedia slapstick o situaciones ridículas para despertar risas. Más bien, se sumerge en las profundidades de la inexpresividad emocional, el peso de la soledad y la búsqueda de significado en un mundo aparentemente indiferente.

La película se centra en cuatro individuos – Anna, un profesor de alemán que ha perdido la alegría por la vida; Ben, un animador de fiestas que carece de conexión genuina; Elias, un hombre en medio de una crisis existencial que ha perdido el trabajo y su mujer; y Laurel, una mujer que ha sobrevivido a una terrible tragedia y se encuentra en un estado de letargo emocional. Estos personajes, a pesar de sus vidas aparentemente distintas, comparten un punto en común: una profunda sensación de desconexión y una vulnerabilidad que los lleva a un encuentro inesperado en el tejado de un edificio imponente. La dirección de Muller es precisa y observadora; no intenta glorificar la idea del suicidio, sino que la presenta como un producto de la desesperación y la falta de opciones. La atmósfera es palpable; la lluvia, el silencio, el resplandor de las luces de la ciudad de fondo contribuyen a la sensación de aislamiento y melancolía que impregna la película.

Las actuaciones son sobresalientes en todos los niveles. Sophie Hendry como Anna transmite una fragilidad conmovedora, capturando la tristeza latente detrás de su fachada académica. Alex Pettyfer, a pesar de que el personaje de Ben puede resultar algo unidimensional, ofrece una actuación natural y convincente, mostrando la vacuidad de su existencia. Pero es Peter Vallota quien realmente destaca como Elias, dándole al personaje una profundidad inesperada y una vulnerabilidad que resonarán con el espectador. La química entre los actores es orgánica y natural, lo que intensifica la sensación de que se trata de cuatro personas que comparten un destino común, aunque no sean necesariamente amigos.

El guion, aunque centrado en un evento singular, es lo que verdaderamente eleva la película. La película no ofrece respuestas fáciles; en lugar de ello, se plantea preguntas sobre la importancia de las conexiones humanas, la búsqueda de propósito y la aceptación de la imperfección. El diálogo, a menudo seco y minimalista, permite que las emociones de los personajes se expresen a través de miradas, gestos y silencios. La narrativa se desarrolla con un ritmo pausado, lo que permite al espectador absorber la atmósfera y reflexionar sobre los dilemas morales que se plantean. La película no rehuye temas incómodos, como la depresión, la soledad y la pérdida, pero los aborda con sensibilidad y respeto, sin caer en la sentimentalidad excesiva.

En definitiva, “Mejor otro día” es una película desafiante pero gratificante. Es un trabajo valiente que explora la condición humana con honestidad y autenticidad. Es una película que se queda contigo mucho después de que la pantalla se apaga, invitando a la reflexión y a la contemplación.

Nota: 8/10