Melanie Martinez, K-12 (2019)

“Melanie Martinez, K-12” no es simplemente una película; es una experiencia. Una inmersión en un universo visualmente deslumbrante y emocionalmente resonante que, aunque no carece de ambigüedades, logra generar una conexión profunda con el espectador. Melanie Martinez, la compositora y protagonista, se ha propuesto algo ambicioso: crear una fábula moderna sobre la infancia, la autoaceptación y la lucha contra la manipulación, y en su mayoría, lo consigue con maestría.

La dirección de Max Cooper es el elemento más destacable de la película. Se permite una libertad creativa desmesurada, creando un ambiente onírico y perturbador que se nutre de referencias a la cultura pop, el cine de terror de los años 70 y la estética de una escuela de las décadas de 1960. Los escenarios, construidos con una meticulosa atención al detalle, son inquietantes y hermosos a la vez, y las transiciones entre los mundos, a menudo representados a través de la música y los efectos visuales, son fluidas y sorprendentes. La paleta de colores, predominando el azul, el verde y el rosa, contribuye a crear una atmósfera melancólica y a la vez esperanzadora. Cooper no rehúye de los elementos más perturbadores, pero los integra con un delicado equilibrio, permitiendo al espectador reflexionar sobre la naturaleza de la realidad y la fragilidad de la infancia.

Las actuaciones son, en general, excelentes. Melanie Martinez ofrece una interpretación sutil y conmovedora como la protagonista, transmitiendo con sinceridad la vulnerabilidad y la fuerza de Cry Baby. Las secundarias, que conforman el elenco de profesores y alumnos del internado, interpretadas por un grupo diverso de actores, cumplen su cometido, aportando un aire de extrañeza y desconfianza. La química entre los personajes femeninos es especialmente notable, especialmente la relación entre Cry Baby y su amiga, un lazo de amistad genuino que se convierte en un faro de esperanza en medio de la oscuridad. Sin embargo, la profundidad de algunos personajes secundarios podría haber sido mayor, para darle mayor peso a las motivaciones de quienes ejercen control en el internado.

El guion, aunque presenta una trama sencilla y directa, posee una gran fuerza gracias a la forma en que explora temas complejos como la manipulación, la autoaceptación y la importancia de la amistad. La película utiliza la música, interpretada por Melanie Martinez, como un elemento narrativo fundamental, reforzando las emociones y conectando con el espectador de una forma poderosa. La letra de las canciones, a menudo cargadas de metáforas y simbolismo, complementa a la perfección las imágenes y las situaciones que se desarrollan en pantalla. Sin embargo, la película podría haber abordado algunos de los elementos subyacentes de la manipulación del internado con mayor desarrollo, profundizando en las razones detrás de ese control y ofreciendo una perspectiva más clara sobre la naturaleza de la autoridad establecida.

En definitiva, “Melanie Martinez, K-12” es una experiencia cinematográfica original y provocadora. Es una película que invita a la reflexión y que deja una huella duradera en el espectador. Aunque no sea una obra maestra absoluta, su singularidad y su capacidad para conectar con las emociones del público la convierten en una película recomendada para aquellos que buscan algo diferente.

Nota: 8/10