Men (2022)

“Men” no es, ni de lejos, una película para aquietar el corazón ni para ofrecer un escape ligero. Es, en cambio, una exploración visceral y perturbadora del trauma, la culpa y la fragilidad de la psique humana. La película, dirigida con una maestría silenciosa por Mark Helford, se centra en Harper, interpretada con una sutileza devastadora por Harris Dickinson, una joven que, tras un evento traumático irreparable, busca refugio en un remoto caserón en el corazón del campo inglés. Lo que se presenta inicialmente como una búsqueda de paz y soledad se transforma rápidamente en un descenso a la locura, donde la realidad se desdibuja y el espectador se convierte en testigo de su agonizante lucha interna.

La dirección de Helford es precisamente lo que distingue a “Men” de otros thrillers psicológicos. Evita el uso ostentoso de sustos fáciles y la exposición constante de lo que acecha a Harper. En su lugar, opta por un enfoque sutil, casi documental, que se basa en la atmósfera, la iluminación y el sonido para generar una sensación de inquietud permanente. La película utiliza magistralmente el paisaje, que evoluciona desde un entorno idílico y de ensueño hasta un lugar opresivo y amenazante, reflejando el estado mental de Harper. El uso de la luz y la sombra es particularmente efectivo, contribuyendo a crear una sensación de claustrofobia y desasosiego.

Harris Dickinson ofrece una actuación que, con pocas palabras y miradas intensas, transmite la profundidad del dolor y la vulnerabilidad de Harper. Su personaje es un enigma desde el principio, y Dickinson no rehúsa explorar las grietas de su personalidad, revelando la desesperación silenciosa y el miedo a ser juzgada. La relación entre Harper y su médico local, interpretado por Rory Kinnear, es otro punto fuerte de la película. El personaje de Kinnear aporta un contrapunto emocional a la historia, ofreciendo un consuelo efímero y generando tensión a medida que se acerca a la verdad. La química entre ambos actores es palpable y fundamental para el desarrollo de la trama.

El guion, basado en la novela de EmmaJane Johnson, es notablemente delicado y evitado. No se busca una explicación lógica o un antagonista claro, sino que se centra en la experiencia subjetiva de Harper, permitiendo al espectador interpretar la realidad a través de sus ojos. Si bien esto puede resultar frustrante para algunos, es precisamente lo que hace que la película sea tan impactante y duradera. La película explora temas complejos como el duelo, el trauma infantil, la responsabilidad y la culpa, pero lo hace de una manera que es a la vez cruda y conmovedora. Se evita caer en clichés y estereotipos, ofreciendo una visión honesta y sin filtros del sufrimiento humano. Es una película que te queda grabada en la mente mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota: 8/10