Mesa para cinco (1983)

“Mesa para Cinco” (1975) es una película que, a pesar de su relativa oscuridad en la filmografía de Hollywood, se erige como un estudio conmovedor y, en ocasiones, agridulce sobre el significado de la paternidad y el peso de las expectativas paternas. Jon Voight, en un papel que le vio otorgado un premio de la crítica, ofrece una interpretación magistral de J.P. Tannen, un hombre divorciado que, impulsado por un deseo desesperado de reconectarse con sus hijos, se embarca en un viaje que lo pondrá a prueba de maneras que nunca imaginó. La película no se construye sobre un melodrama grandilocuente; en cambio, se centra en la intimidad de un hombre que lucha contra sus propias inseguridades mientras intenta llenar un vacío emocional en la vida de sus hijos.

La dirección de Robert Mulligan, lejos de optar por un espectáculo visual, prioriza la autenticidad. Utiliza la fotografía de David Watkin para crear una atmósfera melancólica y evocadora, resaltando la soledad y el anhelo de Tannen. Los escenarios del Mediterráneo no son solo fondos decorativos, sino parte integral del desarrollo emocional del personaje. La película logra transmitir la belleza del lugar, pero también la sensación de aislamiento que experimenta Tannen, atrapado en un viaje que le aleja aún más de sus hijos. Mulligan evita las soluciones fáciles y no glorifica el proceso de reconexión familiar. El ritmo pausado, aunque quizás pueda resultar lento para algunos espectadores contemporáneos, permite que las emociones se desarrollen con naturalidad.

Las actuaciones son, en general, excepcionales. Millie Perkins, como Kathleen, aporta una elegancia contenida y una vulnerabilidad palpable. Richard Crenna, en el papel del nuevo esposo, ofrece un retrato realista de un hombre que, aunque presente, se siente también ajeno a la dinámica familiar. Sin embargo, es Jon Voight quien realmente se destaca. Su interpretación es hipnotizante; captura la desesperación, la frustración y la creciente auto-consciencia de Tannen con una profundidad y una honestidad que pocos actores logran. Voight transmite las dudas de Tannen de forma cruda y sin adornos, mostrando cómo la presión de convertirse en el "padre perfecto" lo consume por dentro. La película se beneficia enormemente de la capacidad de Voight para transmitir un personaje con tanta complejidad y vulnerabilidad.

El guion, adaptado de la novela homónima de Herman Wouk, se centra en el dilema moral de Tannen: ¿puede realmente volverse un padre útil, o solo se convierte en un intruso en la vida de sus hijos? No ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas profundas sobre el significado de la paternidad, el papel del padre en la vida de sus hijos y las consecuencias de las decisiones que tomamos. Aunque algunos diálogos pueden resultar algo datados, la fuerza del conflicto interno de Tannen y la reflexión sobre su situación le permiten trascender el tiempo. Es una película que, más allá del melodrama familiar, explora temas universales sobre la conexión humana y la búsqueda de la identidad.

Nota: 7/10