Message from the King (2017)

“Message from the King” no es, sin duda, una película que deja una huella. Es un thriller oscuro y, en ocasiones, perturbador que se sumerge en la letalidad de los bajos fondos de Los Ángeles, ofreciendo una narrativa densa y visualmente impactante. La película se construye lentamente, casi como una pesadilla, construyendo una atmósfera de paranoia y desesperación que te atrapa desde los primeros minutos. El director, Matthew Barry, demuestra un control preciso del ritmo, empleando la iluminación y la cinematografía para intensificar la sensación de incomodidad y fragilidad en la que se mueve el protagonista.

El personaje de Jacob King, interpretado por Pedro Pascal, es el corazón de la película. Pascal, como siempre, ofrece una actuación sutil pero poderosa. Su Jacob no es un héroe tradicional; es un hombre roto, consumido por el dolor y la culpa. La película no se detiene en explicar su pasado, dejando que el espectador se forme su propia impresión, lo cual resulta efectivo y añade una capa de misterio al personaje. La interpretación de Pascal se basa en la mirada, en la postura, en los gestos que transmiten la desesperación y la determinación de encontrar a su hermana. No es un personaje fácil de amar, pero sí un personaje creíble y profundamente humano.

La trama, aunque a veces lenta, se va desarrollando con una lógica perturbadora. La historia no se centra en persecuciones explosivas o giros argumentales espectaculares. En cambio, se enfoca en la exploración de las relaciones humanas dentro de un entorno criminal, revelando las consecuencias de las decisiones y la moralidad relativa en un mundo donde la supervivencia es la única ley. El guion, coescrito por Barry y Ben Israel, se nutre de elementos de thriller psicológico y de crimen organizado, pero con un toque de realismo que evita caer en clichés. A pesar de que algunos diálogos resultan algo artificiosos, la sensación general es de autenticidad, como si estuviéramos presenciando fragmentos de una realidad cruel y cotidiana.

El reparto secundario es sólido, con actuaciones convincentes de actores como Aaron Paul y Brian d'Arcy James. Sin embargo, es la dirección de fotografía de Pär Sigesson lo que realmente distingue a la película. El uso de colores apagados, la iluminación en sombras y la composición de los planos contribuyen a crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La película no se muestra complaciente con su mundo, mostrando la violencia y la corrupción sin glamour, pero también mostrando momentos de cierta belleza en la oscuridad. Es una película que te obliga a reflexionar sobre la naturaleza humana y las decisiones que tomamos en busca de la verdad. No es una película fácil de ver, pero es una película que merece la pena ser vista por su honestidad y su capacidad para generar inquietud.

Nota: 7/10