Meteoro (1979)

“Meteoro” (1979) no es una película que se quede en la memoria por su innovadora propuesta científica o sus efectos especiales deslumbrantes, que en su momento eran avanzados, pero sí por su capacidad para tejer una historia de romance y peligro con una seriedad que contrastaba con el tono general de las películas de desastres de la época. Claude Bergeaud, el director, logra un equilibrio delicado entre la tensión de la amenaza apocalíptica y la sutileza de un romance improbable en tiempos de Guerra Fría, convirtiendo la película en un relato nostálgico sobre la necesidad de la colaboración y el poder del amor en medio de la adversidad.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones de Sean Connery y Natalie Wood, dos actores consumados que interpretan a David Knight, un brillante astrofísico americano, y la traductora soviética Irina Petrova, respectivamente. Connery, en un papel que le sienta a la perfección, aporta su carisma habitual y su credibilidad científica, sin caer en la caricatura. Su evolución, de hombre atormentado por el fracaso profesional a héroe que se encuentra en el centro de la operación de salvación del planeta, es convincente. Wood, por su parte, ofrece una interpretación elegante y serena, representando la inteligencia y la fortaleza de Irina. La química entre ambos actores es palpable, creando un romance que se siente auténtico y no forzado, lo cual es crucial para que el melodrama no se sienta artificial.

El guion, adaptado de la novela de Walter Wager, presenta algunas lagunas y momentos que, vistos con la perspectiva actual, pueden parecer un poco lentos o incluso predecibles. Sin embargo, la trama se centra en la construcción del vínculo entre David y Irina, lo que permite que el espectador se involucre emocionalmente en la historia. El guion, aunque no es especialmente complejo en términos de trama, sí que explora las tensiones geopolíticas de la Guerra Fría de forma sutil, mostrando las dificultades de la colaboración entre las dos superpotencias. La película, aunque no aporta nuevas ideas sobre el género de desastres, ofrece un enfoque diferente al de las producciones más convencionales, priorizando la dimensión humana de la crisis.

La puesta en escena, en general, es adecuada para la época. Los efectos especiales, aunque datados, cumplen su función de crear la sensación de peligro y de la inminente caída del meteoro. La película evoca un ambiente de suspense y de incertidumbre, logrado principalmente a través de la música y de la fotografía, que utiliza la paleta de colores para transmitir la atmósfera de tensión. La gran escala de la amenaza y la magnitud de las consecuencias hacen que la película sea un thriller de desastres que, a pesar de sus limitaciones, logra mantener la atención del espectador hasta el final. “Meteoro” no es una obra maestra, pero es un entretenido y memorable drama de desastres con un corazón en el centro de la trama.

Nota: 6/10