Metidos en el rollo (1988)

“Metidos en el Rollo” no es solo una película de los años 80; es una cápsula del tiempo que captura la esencia de un género y, sorprendentemente, aún conserva un atractivo que va más allá del nostalgia. La película, dirigida por Frank Coraci, no pretende revolucionar el cine, pero sí ofrece una experiencia visual y sonora agradablemente indulgente, un torbellino de colores psicodélicos y sintetizadores que evoca la efervescencia de la década. El director sabe manejar el ritmo con maestría, te sumergiendo de lleno en el frenesí de la escena musical y la vida adolescente de Rick (Robert Feldman), el protagonista, un chico de Ohio que de repente se ve catapultado al estrellato gracias a su participación en un programa de televisión de baile.

La película se centra en el viaje de Rick, quien, repentinamente, es una sensación. La transformación es tanto física como emocional, y esta es donde la película realmente brilla. Coraci capta perfectamente la vulnerabilidad de un chico que se siente un extraño en su nueva realidad. Robert Feldman ofrece una actuación honesta y con matices, transmitiendo la inseguridad y la confusión de un joven que lucha por mantener la cabeza en el aire mientras intenta navegar por el torbellino de la fama. El personaje de la chica de sus sueños, Sarah (Danette Richie), también está bien construido, aunque su arco narrativo podría haberse expandido un poco más. No obstante, la química entre ambos actores es palpable y contribuye a la atmósfera romántica de la película.

El guion, aunque predecible en ciertos momentos, está bien escrito y, sobre todo, logra crear un ambiente de optimismo contagioso. La película no intenta abordar temas profundos ni explorar las consecuencias negativas de la fama. En cambio, se centra en la alegría de la vida, la amistad, el amor y la búsqueda de la felicidad. Las secuencias de baile son particularmente memorables, con coreografías vibrantes y música pegadiza que te dejan con ganas de bailar. Sin embargo, el guion se beneficia enormemente de la banda sonora, un elemento crucial que transporta al espectador directamente a los años 80. Los artistas de la época, como Duran Duran y Madonna, no solo sirven como banda sonora, sino que también integran elementos de la estética y el espíritu de la película.

A pesar de sus limitaciones, “Metidos en el Rollo” es una película disfrutable, un homenaje al cine de los 80 que apela a la nostalgia y ofrece una visión idealizada de la adolescencia y la fama. No es una obra maestra, pero sí un entretenimiento sólido y agradable, perfecto para una noche de cine con amigos o para revivir los buenos tiempos. La película destaca por su capacidad de evocar una época y sus sensaciones, sin pretender ser algo que no es.

Nota: 7/10