Metrópolis (1927)

‘Metrópolis’, estrenada en 1927, no es simplemente una película; es un hito, una piedra angular en la historia del cine que aún resuena con una fuerza sorprendente más de un siglo después. Más que una simple historia de ciencia ficción, es una alegoría visualmente impactante sobre la desigualdad social, la alienación y la necesidad de empatía en un mundo dominado por la tecnología. Fritz Lang, con su visión audaz y su meticulosa dirección, logró crear una Metrópolis que, a pesar de su origen en la época muda, parece cobrar vida con una intensidad palpable.

La película despliega una estética visualmente deslumbrante, una monumentalización de la ciudad que, a través de la fotografía en blanco y negro, construye un contraste brutal entre la opulencia del centro y la miseria del Unterstadt (el gueto subterráneo). Lang hace un uso magistral de la iluminación y la composición, jugando con las perspectivas y las escalas para enfatizar la deshumanización de los trabajadores. Los planos de la ciudad, con sus imponentes estructuras y su tráfico constante, son verdaderas obras de ingeniería visual, que reflejan la magnitud del poder y la distancia entre los estratos sociales. La monumentalización del interior de la ciudad, con sus enormes figuras y su atmósfera opresiva, es un ejercicio de control visual que comunica de forma inmediata la sensación de inmensidad y poder.

La actuación de Gustav Frölich como Freder es particularmente conmovedora. Su vulnerabilidad y su creciente descontento ante la realidad de su mundo se transmiten con una honestidad y una sensibilidad que trascienden la barrera del lenguaje. María, interpretada por Brigitte Sommer, aporta una chispa de esperanza y humanidad a la trama. La química entre los dos actores es genuina, intensificando el mensaje de la película sobre la conexión humana y la posibilidad de trascender las divisiones sociales. Es importante destacar el trabajo de Maria von Bronsch, quien interpreta a la Reina Jetter, una figura autoritaria y manipuladora. Su actuación es sutilmente amenazante, reflejando la naturaleza corrupta del poder.

El guion, coescrito por Fritz Lang y Eugen Schauffert, es robusto y complejo, abordando temas como la explotación laboral, la moralidad en una sociedad tecnocrática y la importancia de la compasión. La trama, aunque aparentemente sencilla, está repleta de simbolismo y referencias filosóficas, y su ritmo pausado permite que las emociones y las ideas se desarrollen de forma natural. Sin embargo, algunas de las conexiones narrativas se sienten un tanto forzadas en el contexto de la época muda, y la trama principal podría haberse beneficiado de un desarrollo más profundo. No obstante, la película logra transmitir un mensaje poderoso y atemporal sobre la necesidad de luchar por la justicia y la igualdad.

En definitiva, ‘Metrópolis’ es una experiencia cinematográfica inolvidable, una película que continúa inspirando a artistas y cineastas de todo el mundo. Es un testimonio del poder del cine como herramienta de crítica social y un ejemplo brillante de la innovación artística.

Nota: 8.5/10