Mi amigo Fluke (1995)

“Mi amigo Fluke” es una película que, a primera vista, parece una apuesta por la comedia familiar, pero en realidad se revela como una exploración sutil y, en ocasiones, conmovedora de la memoria, la identidad y lo que significa pertenecer. La premisa inicial – un cachorro de labrador que sueña con recuerdos de una vida anterior como un hombre – es lo suficientemente ingeniosa como para captar la atención, pero es la manera en que la película desarrolla y profundiza en esta idea lo que la convierte en algo verdaderamente singular. Palabras clave: película, perro, memoria, identidad, comedia, animación.

La dirección de Stephen Kendrick es firme y cuidadosa. Kendrick no se deja llevar por la simpleza de la situación, sino que busca un equilibrio entre la comedia y la reflexión. El uso de la animación, aunque estilizado, aporta una suavidad visual que ayuda a transmitir la vulnerabilidad y la confusión del personaje de Fluke. Se nota que el equipo técnico ha apostado por un estilo visual que evite la sobreexposición y prioriza la atmósfera y el tono emocional de la historia. La banda sonora, en consonancia con la narrativa, refuerza las emociones y momentos clave de la película. Observar cómo el lenguaje visual se emplea para insinuar el pasado de Fluke, a través de destellos y fragmentos de recuerdos, es un ejemplo de la maestría de Kendrick.

El elenco de voces es, en su mayoría, excelente. Jonah Hill aporta una interpretación particularmente brillante como Fluke, capturando la mezcla perfecta de inocencia y confusión que define al personaje. Su voz transmite de forma convincente la frustración de Fluke al no entender por qué está sintiendo lo que siente. Las voces de los otros personajes, incluyendo a los hermanos de Fluke, son sólidas y contribuyen al dinamismo de la trama. Aunque no se espera una actuación magistral, la interpretación de todos los actores de voz es funcional y efectiva para la narrativa.

Sin embargo, la película no está exenta de debilidades. El guion, en ocasiones, se apoya demasiado en la familiaridad de la premisa, y algunos momentos de humor resultan un poco forzados. La trama, aunque interesante, podría haber sido más desarrollada, y algunos de los recuerdos del pasado de Fluke podrían haber sido más explícitos y significativos. No obstante, la película logra compensar estas deficiencias con su sensibilidad y su capacidad para tocar temas universales como la pérdida, la familia y la búsqueda de identidad. El enfoque principal, en última instancia, reside en la jornada emocional del protagonista, y el guion cumple con este objetivo de forma honorable.

En definitiva, “Mi amigo Fluke” es una película que invita a la reflexión, que equilibra el humor con la emoción y que ofrece una perspectiva original sobre la naturaleza de la memoria y la identidad. No es una obra maestra cinematográfica, pero es una experiencia agradable y, en cierto modo, conmovedora.

Nota: 7/10