Mi casa en París (2014)

“Mi casa en París” es una película que, en principio, parece una sencilla comedia romántica sobre el descubrimiento de la vida y la redescubrimiento de uno mismo. Sin embargo, el filme de Andrew Levitas, más allá de la premisa inicial, se revela como una exploración conmovedora y, a veces, agridulce de las relaciones familiares, el dolor del pasado y la búsqueda de la felicidad en lugares inesperados. La historia, que gira en torno a un hombre estadounidense llamado Ellis, enviado a París por su agente inmobiliario para vender un departamento que pertenecía a su padre, es un punto de partida que, afortunadamente, se desdobla en algo mucho más profundo que una simple transacción inmobiliaria.

La dirección de Levitas es particularmente notable. París se presenta de una manera que te envuelve, casi como si fuera un personaje más en la historia. La ciudad, con sus calles empedradas, sus cafés llenos de vida y sus museos icónicos, no es solo un telón de fondo, sino un elemento esencial para el desarrollo de las emociones de Ellis. La película sabe capturar la melancolía inherente a la ciudad, un lugar que, a pesar de su belleza, puede ser brutalmente solitario. La fotografía es exquisita, con una paleta de colores cálida y envolvente que contrasta con la tristeza subyacente en el corazón de la trama.

El núcleo de la película reside en el personaje de Sylvie, la amante de su padre, interpretada magistralmente por Adèle Haenel. Haenel ofrece una actuación sutil pero increíblemente poderosa. No se trata de una mujer dramática o exagerada, sino de una persona compleja, marcada por el tiempo y el amor, que equilibra con maestría la ternura y la amargura. Su relación con Ellis es el corazón palpitante de la película, un lento proceso de desvelación mutua y aceptación. La química entre Haenel y el protagonista, Rufus Sewell, es palpable y añade una dimensión emocional genuina a la historia. Sewell, por su parte, ofrece una interpretación contenida, pero efectiva, representando la evolución de un hombre que se enfrenta a la realidad de su pasado y a la posibilidad de un nuevo comienzo. El guion, co-escrito por Levitas y Ethan Moreau, evita caer en clichés y ofrece un ritmo pausado que permite a la audiencia conectar con los personajes y sus emociones.

A pesar de su belleza visual y sus actuaciones sólidas, “Mi casa en París” no está exenta de ciertos matices. En ocasiones, el ritmo se vuelve un tanto lento, y algunas secuencias podrían haber sido condensadas sin perder su impacto emocional. Sin embargo, este ritmo pausado contribuye a la atmósfera melancólica y reflexiva que define la película. En última instancia, la película se centra en la idea de que la verdadera riqueza no reside en la posesión de bienes materiales, sino en la conexión humana y la capacidad de sanar el pasado. Es una película que te invita a la reflexión, a dejarte llevar por la belleza de París y a contemplar la complejidad de las relaciones familiares.

Nota: 7/10