Mi marido está loco (1941)

“Mi marido está loco” es una comedia romántica que, paradójicamente, no siempre logra conectar con el espectador. A pesar de contar con una premisa intrigante -la desconfianza, la sospecha y la lucha por la fidelidad en un matrimonio en crisis- el filme se ve obstaculizado por un guion que, en su mayoría, opta por caminos predecibles y soluciones fáciles que no dejan mucho espacio para la sorpresa o la reflexión profunda. La historia de Steve y Susan, que se enfrentan a la posibilidad de divorciarse tras la aparente infidelidad de Steve, se construye con un ritmo deliberadamente lento, lo cual, en ciertos momentos, se vuelve tedioso. La dirección de Andrew Still no intenta ser innovadora, confiando en un estilo visual directo y, a veces, incluso un tanto plano, lo que limita la capacidad de la película para generar una atmósfera realmente envolvente.

Sin embargo, el punto fuerte de la película reside indudablemente en las actuaciones del reparto principal. Ethan Slater, como Steve, entrega un retrato convincente de un hombre desesperado, que oscila entre la vulnerabilidad, la frustración y una obsesión enfermiza por recuperar a su esposa. Su interpretación es llena de matices y transmite de forma palpable la angustia de un hombre que no entiende por qué Susan lo está cuestionando. De igual modo, Alexandra Daddario interpreta a Susan con una mezcla de determinación y tristeza. Su personaje no es simplemente la esposa infeliz; es una mujer que busca respuestas y que, a pesar de su amor por Steve, está empezando a dudar de su capacidad para ser un buen esposo. La química entre Slater y Daddario es tangible, lo que añade credibilidad a la dinámica de su matrimonio en crisis. Aunque la química no es la que se esperaría de un romance apasionado, sí se percibe una conexión real, basada en el dolor y la confusión.

El guion, a pesar de su lenta construcción, se beneficia de la exploración de temas universales como la comunicación en una pareja, la importancia de la confianza y las consecuencias de los celos. Se tocan aspectos psicológicos del matrimonio que, aunque no se profundizan excesivamente, ofrecen un pequeño vistazo a la complejidad de las relaciones íntimas. No obstante, la trama se basa en elementos ya vistos en otras comedias románticas del género, lo que la convierte en una experiencia familiar y, en definitiva, menos sorprendente. La resolución del conflicto, aunque satisfactoria para algunos, parece demasiado fácil y simplificada, dejando al espectador con una sensación de que la historia podría haber sido mucho más ambiciosa y con mayor desarrollo de personajes secundarios.

A pesar de sus defectos, “Mi marido está loco” es un entretenimiento ligero y entretenido que ofrece un escape agradable para una noche de cine. La interpretación de Slater y Daddario es lo que salva la película de ser un mero cliché del género, convirtiéndola en una experiencia personal, aunque no necesariamente inolvidable. La película consigue, en última instancia, provocar cierta empatía por los personajes y recordar la fragilidad de las relaciones sentimentales.

Nota: 6/10