Mi nombre es Khan (2010)

“Mi nombre es Khan” de Yash Chopra es, en última instancia, una película compleja y a menudo frustrante, pero que posee un núcleo emocional profundo y un mensaje potente que resuena mucho más allá del melodrama romántico. La película explora la lucha de Rizwan Khan (Shahrukh Khan), un hombre con el Síndrome de Asperger, por ser aceptado en una sociedad que no lo comprende. Esta premisa, aunque arriesgada, ofrece una oportunidad única para reflexionar sobre la intolerancia, la identidad y la búsqueda de conexión humana. Sin embargo, la película no siempre maneja estos temas con la delicadeza que merecen.

Shahrukh Khan ofrece una interpretación conmovedora de Rizwan. Su actuación está cargada de vulnerabilidad y un deseo palpable de pertenecer. Khan logra transmitir la frustración y la confusión de un hombre que se ve constantemente juzgado y marginado por su comportamiento diferente. La película a veces se basa demasiado en la actuación de Khan para mostrar la complejidad de su condición, pero en general, su presencia es fundamental para el éxito emocional de la trama. Kajol, como Mandira, aporta un equilibrio emocional, representando a una madre hindu que ama a Rizwan a pesar de las diferencias culturales y las objeciones de su familia. Su relación, aunque a veces unidireccional, es el corazón de la película.

El guion de Vickram Sethi se enfrenta a varios desafíos. Si bien la premisa es innovadora y presenta una perspectiva poco común en el cine hollywoodiense, a menudo cae en clichés del melodrama romántico. Las situaciones se sienten forzadas, y el viaje de Rizwan a Washington D.C. para encontrar al Presidente Obama, por ejemplo, se siente más como una secuencia de montaje elaborada que como un desarrollo orgánico de la historia. La trama también se siente a veces superficial, especialmente en lo que respecta a la exploración del Síndrome de Asperger. La película se enfoca más en la reacción de la sociedad a Rizwan que en una comprensión profunda y matizada de su experiencia. Además, el desarrollo de su relación con Radha (Sheetal Menon), su terapeuta, no llega a su pleno potencial, quedando reducido a una serie de conversaciones predecibles.

A pesar de sus imperfecciones, “Mi nombre es Khan” es una película que invita a la reflexión. La decisión de Yash Chopra de incluir a un personaje con Síndrome de Asperger como protagonista es revolucionaria, y la película, a pesar de las veces que se siente melodramática, plantea preguntas importantes sobre la aceptación, la fe y el prejuicio. La banda sonora, compuesta por Amit Trivedi, es, sin duda, un punto fuerte, y las imágenes de la India, tanto en su vibrante bullicio urbano como en su paisaje rural, son visualmente impactantes. La película podría haber sido mucho más que un mero romance con toques de drama social; pero su valor reside en su intento de desafiar las normas y abrir la puerta a la inclusión y la comprensión.

Nota: 6/10