Mi pequeño dinosaurio (2017)

“Mi pequeño dinosaurio” no es simplemente una película familiar; es un pequeño torbellino de nostalgia, humor y, sorprendentemente, suspense. La cinta, dirigida por Chris Wedge, no pretende ser una obra maestra cinematográfica, pero logra con éxito evocar la magia de los inicios del cine de animación y, a su vez, ofrecer una historia entretenida y con un toque de misterio que atrae a todas las edades. Wedge demuestra un dominio de la animación, particularmente en las representaciones del dinosaurio, que evoluciona constantemente y, lo que es más importante, que es visualmente cautivador.

La trama se centra en Jake, un chico un tanto solitario, y su encuentro inesperado con un pequeño dinosaurio creado en un laboratorio. La premisa es clásica, pero la ejecución la dota de una frescura refrescante. La evolución constante del pequeño dinosaurio no es solo un recurso para generar caos cómico, sino que sirve como un dispositivo narrativo sólido que impulsa la historia. Cada día el dinosaurio se vuelve más inteligente, más adaptable y, por ende, más peligroso, creando una dinámica tensa y divertida a partes iguales. La película se beneficia de una cuidadosa calibración del ritmo: alterna momentos de humor absurdo con momentos de anticipación y, finalmente, de suspense. No se sobrecarga con demasiadas subtramas ni complejidad, lo que la convierte en una experiencia cinematográfica accesible y sin complicaciones.

El reparto de voces es excepcional. Michael Cera como Jake aporta una fragilidad emocional que contrasta perfectamente con la energía desbordante del pequeño dinosaurio. Olivia Wilde, en el papel de Abbie, se destaca por su química con Cera, y sus interacciones son genuinas y cómicas. Sin embargo, la verdadera estrella del casting es la voz de Ed McKenie, que interpreta al dinosaurio. La voz es increíblemente versátil, capturando la inocencia inicial del animal y, a medida que evoluciona, su creciente inteligencia y, finalmente, su amenaza. Las voces son cruciales para el éxito de la película, y aquí Wedge y su equipo no defraudan.

El guion, en general, es sólido. Se basa en ideas sencillas pero bien desarrolladas, evitando los clichés típicos del género. Aunque a veces se siente un poco forzado, especialmente en los momentos de suspense, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su ritmo ágil y su humor inteligente. La idea de que alguien, o algo, esté buscando al dinosaurio añade una capa de misterio que va más allá de la simple comedia, llevando la historia a un punto culminante satisfactorio. Es una película que valora la imaginación y el ingenio por encima de la espectacularidad, un rasgo que a menudo se echa de menos en las producciones contemporáneas.

En definitiva, “Mi pequeño dinosaurio” es una película divertida, entretenida y con un punto de suspense que sorprendentemente funciona. No es perfecta, pero sí logra generar una experiencia cinematográfica positiva y memorable.

Nota: 7/10