Mi prima Rachel (2017)

“Mi Prima Rachel” (My Cousin Rachel), la nueva adaptación de este clásico de Daphne du Maurier, no es una película que se deje consumir fácilmente. Dirigida por Rachel Farrell, la película se presenta como un thriller psicológico, un juego de espejos donde la verdad y la percepción se entrecruzan, y donde la obsesión de Philip, nuestro protagonista, se convierte en un laberinto de sospechas y mentiras. Farrell logra, en general, mantener un ritmo pausado, casi hipnótico, que refleja la progresiva desorientación de Philip ante la enigmática Rachel. El resultado es una atmósfera de tensión constante, pero a veces, esa lentitud puede resultar un poco abrumadora, especialmente para el espectador que espera una trama más dinámica.

La película se basa en gran medida en el poder de la sugerencia y la iconografía. La belleza etérea de Rachel, interpretada por Rachel Weisz, es, sin duda, el motor principal de la narrativa. Weisz está absolutamente deslumbrante, convirtiéndose en la encarnación de un misterio que se cierne sobre cada uno de los personajes. Su mirada, sus gestos, su silencio; todo contribuye a generar un aura de fascinación y, al mismo tiempo, de inquietud. Sin embargo, la película, en ocasiones, se deja llevar por la mera apariencia de Rachel, relegando la exploración de su verdadera personalidad a un segundo plano. Podría haberse profundizado más en sus motivaciones y en el porqué de su enigmático comportamiento.

La actuación de Andrew Scott como Philip es magistral. Es capaz de transmitir la vulnerabilidad y la desesperación de un joven que se encuentra atrapado en una red de sospechas. Su Philip es un hombre sensible, atormentado por la pérdida de sus padres y por la creciente obsesión que siente por Rachel. Scott domina el lenguaje corporal y la interpretación sutil, utilizando la mirada y los silencios para comunicar la confusión y la frustración de su personaje. La química entre Scott y Weisz es palpable, lo que añade otra capa de complejidad a la relación central de la película. La dirección de Farrell permite que esta interacción sea sutil y a veces incómoda, logrando crear una sensación de incomodidad que refleja la fragilidad de la confianza entre los personajes.

El guion, adaptado de la novela, respeta la esencia de la historia original, pero a veces se adscribe demasiado a la atmósfera de misterio, sacrificando la lógica y la coherencia. Si bien la ambigüedad es una característica clave del relato, algunos giros argumentales resultan poco convincentes y podrían haber sido mejor trabajados. La película utiliza magistralmente los flashbacks para revelar fragmentos del pasado de Rachel y de Philip, pero en ocasiones, estos cortes abruptos interrumpen el flujo narrativo. A pesar de estas fallas, el guion logra mantener el interés del espectador hasta el final, aunque la resolución final, aunque satisfactoria, podría haber sido más elaborada. La ambientación, con sus paisajes escoceses brumosos y sus mansiones imponentes, contribuye enormemente a la atmósfera general de la película.

Nota: 7/10