Mi última palabra (2017)

“Mi última palabra” es una película que se instala en la mente como una nebulosa, te absorbe lentamente y te deja cuestionando la naturaleza del control, la identidad y la fugaz naturaleza del recuerdo. No es una película para disfrutar de forma lineal, sino una experiencia contemplativa que, a su ritmo pausado, te obliga a participar activamente en la reconstrucción de la vida de Harriett, una mujer que, en su ocaso, intenta exorcizar sus demonios literales con la escritura de su propia historia. La película de la directora Haifaa Andic se aleja considerablemente de las convenciones del thriller, en su lugar, se centra en la introspección y la exploración de la memoria.

El guion, firmado por Andic y Tamin Ellis, es, sin duda, el punto fuerte de la obra. Evita los clichés del género, ofreciendo un retrato honesto y, en ocasiones, dolorosamente vulnerable de una mujer que ha construido una vida basada en el control y la perfección. La idea de contratar a una escritora para redactar su obituario es el detonante de una serie de reflexiones sobre las decisiones que ha tomado, los amores que ha perdido y los secretos que ha guardado. La narrativa no se basa en eventos dramáticos, sino en conversaciones, recuerdos fragmentados y anécdotas que, juntas, revelan la complejidad de la protagonista. La tensión no reside en la trama, sino en la incertidumbre de si Harriett podrá encontrar la verdad en su propio relato, y si esa búsqueda la liberará o la hundirá más en la desesperación.

La dirección de Haifaa Andic es precisa y sutil. Utiliza la fotografía para establecer un ambiente de isla nórdica, con paisajes desolados y una paleta de colores apagados que reflejan el estado emocional de Harriett. El diseño de producción es impecable, creando una atmósfera de intimidad y aislamiento que refuerza la sensación de confinamiento. El personaje de Harriett, interpretado magistralmente por Harriet Walter, es un personaje que se ancla a la pantalla. Walter, con una interpretación excepcionalmente matizada, logra transmitir la fragilidad, la rabia contenida y la tristeza latente de una mujer que ha perdido el control de su propia vida. La química entre Walter y la actriz que interpreta a la escritora, (en este caso, la joven y prometedora Saffron Hauer), es fundamental para el desarrollo del relato. La joven Hauer aporta frescura e ingenuidad al personaje, ofreciendo un contrapunto interesante a la dureza de Harriett.

Si bien el ritmo pausado de la película puede resultar tedioso para algunos espectadores, es precisamente ese lentitud lo que permite profundizar en el personaje y en sus motivaciones. "Mi última palabra" no busca ofrecer respuestas fáciles, sino plantear preguntas sobre la identidad, la memoria y el valor del tiempo. Es una película que te invita a reflexionar sobre tu propia vida y sobre las decisiones que has tomado. No es una película para todos los gustos, pero para aquellos que buscan un cine que desafíe sus expectativas y que les invite a la introspección, "Mi última palabra" es una experiencia cinematográfica inolvidable.

Nota: 7/10