Mickey 17 (2025)

“Mickey 17” es una obra que se instala en la mente como un bostezo prolongado, una sensación de desconexión que se siente más como una incomodidad filosófica que un verdadero impacto narrativo. La película, adaptación del relato homónimo de Edward Ashton, se presenta como una exploración sobre la identidad, la memoria y la naturaleza de la existencia, pero en su búsqueda de profundidad, tropieza con la lentitud y la falta de un ritmo convincente.

El director, Justin Kelly, ha logrado un ambiente visualmente impresionante. El planeta Gliese 581g, un mundo helado y desolado, se vuelve casi un personaje en sí mismo, representado con una belleza gélida y amenazante. Las tomas aéreas revelan paisajes vastos y monocromáticos, y el uso del color, limitado a tonos azules y grises, intensifica la sensación de aislamiento y desesperación. Sin embargo, la estética visual, aunque efectiva, no es suficiente para compensar la inercia del guion.

La película se centra en Mickey 17 (Robert Pattinson), un clon de reemplazo cuyo propósito es ser sacrificado para que su contraparte, Mickey 18, continúe la colonización. Pattinson ofrece una interpretación sombría y reservada, transmitiendo la angustia de un individuo que lucha por aferrarse a su propia identidad, incluso cuando sabe que es temporal y se verá reemplazado. La actuación es honesta y cautivadora, y se ve en él un peso considerable al intentar entender por qué se niega a ser reemplazado. No obstante, la película, en su exceso de contemplación, a veces diluye el impacto emocional de sus esfuerzos.

El guion, adaptado de manera muy libre del libro, se basa en diálogos repetitivos y largas escenas de introspección que, si bien pretenden profundizar en la psicología de Mickey, terminan resultando tediosas. La trama, aunque intrincada en su concepción, se desarrolla a un ritmo tan pausado que las capas de significado se erosionan. Las interacciones con Mickey 18 (Jamie Bell), su clon reemplazado, son interesantes, pero se ven frustradas por una falta de dinamismo. El conflicto central, la lucha de Mickey 17 por preservar su existencia, se convierte en un ejercicio de paciencia que, en última instancia, no recompensa plenamente.

La película aborda temas complejos como la fragilidad de la identidad, el valor de la memoria y la naturaleza de la humanidad en un futuro distópico. Pero, en lugar de ofrecer respuestas convincentes, la película se limita a plantear preguntas sin llegar a un punto culminante satisfactorio. La dirección es competente, las actuaciones son sólidas, pero el guion y la ejecución general de la película no logran superar su propio peso. "Mickey 17" es, en definitiva, una experiencia visualmente atractiva pero intelectualmente decepcionante.

Nota: 6/10