Midnight in Paris (2011)

‘Midnight in Paris’ (2011) de Woody Allen no es simplemente una escapada romántica a París; es una meditación sobre el arte, la nostalgia y la búsqueda de la autenticidad. La película, que se ha consolidado como un clásico moderno del director, transmite un encanto innegable, pero profundiza mucho más allá de la mera superficialidad de un cliché de viaje. Allen, maestro en la evocación del ambiente, crea una París atemporal y vibrante, un lugar donde la historia respira en cada esquina. El vestuario, la música y la fotografía contribuyen a construir una atmósfera casi tangible, que te transporta a la Belle Époque y te hace sentir que, al menos por un momento, podrías ser un expatriado en busca de inspiración.

La dirección de Allen es, como siempre, impecable. La película está llena de planos largos y contemplativos, que se detienen en cada detalle, sabiendo que la magia reside en la experiencia sensorial. Allen utiliza el movimiento de cámara de forma exquisita, creando una sensación de flujo y de hipnosis, reflejando la propia experiencia de ilusionismo de su protagonista. La ciudad se convierte en un personaje más, y la película no teme explorar los rincones menos turísticos, mostrando la Paris que pocos viajeros suelen descubrir. Sin embargo, a veces, este uso del plano largo puede resultar un tanto prolongado y ralentizar el ritmo general. El director debe equilibrar la contemplación con la narrativa, para no perder el interés del espectador.

La actuación de Owen Wilson como Gil Pender, el escritor en crisis creativa, es notablemente sutil. Wilson logra transmitir la melancolía y la frustración de un hombre que anhela algo que no puede alcanzar. Marion Cotillard, por su parte, brilla como Adriana, la enigmática escritora y musa que sirve de catalizador para el viaje de Gil. Cotillard aporta una presencia magnética y un aire de misterio a su personaje, creando una dinámica intrigante con Wilson. El resto del elenco, incluyendo a Michael Sheen y Isabella Rossellini, contribuye a la riqueza del universo creado por Allen. La química entre los actores es palpable, y las interacciones entre ellos son el corazón de la película. Sin embargo, la complejidad de algunos personajes secundarios podría haber sido más desarrollada.

El guion, escrito por Woody Allen, explora temas universales como la identidad, el arte y la búsqueda de la inspiración. La película no se centra tanto en la trama convencional de una historia de amor, sino en la reflexión personal de Gil sobre su vida y sus sueños. Allen usa el elemento fantástico del viaje en el tiempo como una metáfora para la búsqueda de la autenticidad, la nostalgia por un pasado idealizado y la comparación con las figuras creativas que admiraba. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a cuestionarse sus propias aspiraciones y a considerar la importancia de encontrar la belleza en el presente. A pesar de que algunos diálogos pueden resultar un poco artificiosos, la película logra mantener un tono poético y reflexivo, invitando a la reflexión y al disfrute estético. La constante comparación con el pasado, aunque efectiva para el desarrollo de la trama, podría percibirse como una cierta idealización del "viejo París".

Nota: 8/10