Miedo al escándalo de una mujer casada (1976)

“Miedo al escándalo de una mujer casada” es una película de 1940, un artefacto cinematográfico inquietante que, paradójicamente, logra despertar una fascinación más profunda en la era contemporánea. La película, dirigida por Pierre Allain, se sitúa en el contexto histórico de la Francia a punto de caer bajo el yugo nazi, lo que añade una capa de urgencia y desesperación al drama personal que despliega. A pesar del marco histórico, la película se centra en una tragedia doméstica, una lenta y dolorosa descomposición del matrimonio y la familia, en un ambiente de creciente paranoia y terror.

Lisa Gastoni ofrece una interpretación magistral de Eliane, una mujer que, a primera vista, parece ser la encarnación de la perfección burguesa: una esposa y madre dedicada, pero en realidad, habitada por un anhelo insatisfecho y una frustración palpable. Su actuación es sutilmente poderosa; gastón está casi siempre en silencio, transmitiendo el peso de su interior con una mirada intensa, una tensión muscular, y una expresión facial que habla más que mil palabras. Observar su transformación, desde la aparente indiferencia hasta la desesperación y el pánico, es el núcleo emocional de la película. La relación con su hija, interpretada con una crudeza conmovedora por Josephine Godier, es el punto álgido de la película, un drama familiar de proporciones devastadoras. El conflicto no radica en una confrontación abierta, sino en el silencio, en la incomunicación y en la creciente distancia entre madre e hija.

La dirección de Allain se distingue por su estilo visual austero y su uso magistral de la iluminación. Las escenas se desarrollan en interiores sombríos, en ambientes opresivos que reflejan el estado mental de los personajes. La cinematografía, aunque quizás un poco lenta para algunos espectadores modernos, evoca la atmósfera de la Francia pre-guerra y de un país al borde del colapso. No hay grandilocuencia en la dirección, sino una preocupación constante por la naturalidad y la autenticidad de las emociones retratadas. El guion, adaptado de una novela de André Gide, no rehúsa mostrar la fragilidad del matrimonio y las consecuencias devastadoras de los deseos insatisfechos. No busca juzgar a los personajes, sino explorar la complejidad de sus motivaciones y las elecciones que toman. La novela original tiene un tono moralista y la película, con el añadido del periodo histórico, diluye esa moralidad, convirtiéndola en un drama psicológico de gran intensidad. La película se presta a interpretaciones multifacéticas; la traición, el deseo, el miedo, la culpa, el abandono... Todo se entrelaza en un tapiz de desesperación. Es una obra que incomoda, que te obliga a reflexionar sobre los límites de la felicidad, la naturaleza del amor y la fragilidad de las relaciones humanas.

Sin embargo, la película podría haber beneficiado de un ritmo ligeramente más dinámico. En algunos momentos, la lentitud deliberada se siente como un defecto, y quizás, algunos espectadores podrían encontrarla excesivamente pesada. No obstante, la dirección artística, la actuación de Gastoni y la fuerza dramática de la historia son indudablemente sólidas, convirtiéndola en una experiencia cinematográfica memorable.

Nota: 7/10