Migración. Un viaje patas arriba (2023)

“Migración. Un viaje patas arriba” es una película que, a primera vista, podría parecer un simple entretenimiento familiar. Sin embargo, bajo su aspecto colorido y visualmente atractivo, se esconde una reflexión sutil pero poderosa sobre la búsqueda de la felicidad, el precio de las expectativas y la importancia de conectar con uno mismo y con los demás. La dirección de James L. Anderson es notablemente fluida, utilizando la animación 3D con un dinamismo que se integra perfectamente con la narrativa, creando un mundo de patos vibrante y con un toque ligeramente surrealista. Anderson domina el ritmo de la película, alternando momentos de aventura y comedia con pausas reflexivas, logrando mantener el interés del espectador durante toda la duración de la cinta.

El núcleo de la película reside en la evolución de la familia Mallard. Mack, el padre, representa la estabilidad y el apego a las rutinas, aferrado a su vida en el estanque y a la seguridad que ofrece. Su transformación, aunque no siempre dramática, es el motor de la narrativa. Se revela un personaje más complejo de lo que aparenta, con miedos y deseos ocultos. Por otro lado, Pam, la madre, encarna la inquietud y el anhelo de nuevas experiencias. Su determinación para sacar a sus hijos de su zona de confort es admirable, aunque a veces se siente un tanto forzada. Las actuaciones son sólidas, con Christopher Knights y Kate McKinnon aportando una dinámica y una química excelente como Mack y Pam. Los niños, Dax y Gwen, interpretados por Noah Jupe y Anna Cathcart, transmiten una autenticidad que conecta con la audiencia, mostrando la confusión, la emoción y el crecimiento personal que experimentan durante el viaje.

El guion, escrito por Mike Scully y Ken Jeong, logra equilibrar la comedia con la sensibilidad. Los diálogos son ingeniosos, pero no se recurre a estereotipos burdos. La película aborda temas relevantes como la presión social para alcanzar el éxito, la importancia de valorar las pequeñas cosas de la vida y el valor de la familia, tanto la de sangre como la que uno elige. Sin embargo, la película a veces se pierde un poco en la sobrecarga de situaciones cómicas, que, aunque divertidas, a veces desvían la atención del espectador del objetivo principal de la trama. La banda sonora, en consonancia con la estética visual, es agradable pero no destaca especialmente.

En definitiva, “Migración. Un viaje patas arriba” es una película que ofrece un mensaje positivo y una experiencia visualmente atractiva. No es una obra maestra cinematográfica, pero sí es un entretenimiento bien construido que invita a la reflexión. Es un escape ligero pero con un trasfondo que lo hace más que un simple dibujo animado familiar. Un viaje que, a pesar de sus desvíos, recompensa la atención del espectador.

Nota: 7/10