Milea: Suara dari Dilan (2020)

‘Milea: Suara dari Dilan’ no es simplemente una recreación nostálgica de la saga juvenil Dilan; es un ejercicio de memoria emocional, una excavación en la psique de dos jóvenes atrapados en las fauces de un romance adolescente que, aparentemente, debería haberlos liberado. La película, dirigida con sensibilidad por Ken Kiyoshi, logra, en gran medida, capturar la esencia de la serie, pero lo hace con una profundidad y un matiz que la elevan considerablemente. El director no se limita a replicar la estética juvenil de la novela; se adentra en la complejidad de las emociones adultas que afloran al confrontar el pasado.

Vanesha Prescilla, nuevamente, demuestra su talento innato como Milea. Su interpretación es, sin duda, el corazón de la película. No se limita a la belleza física que la consagró en la serie, sino que explora la vulnerabilidad, la inseguridad y la lucha interna de una joven que se siente incomprendida y marginada. La química entre Prescilla y Ira Wibowo, quien interpreta a Dilan, es palpable. Sus interacciones no son meros diálogos; son el vehículo para una lenta y dolorosa reconciliación, un proceso que se construye con miradas, silencios incómodos y pequeñas señales que transmiten un peso considerable. Wibowo, por su parte, logra transmitir la melancolía de un hombre que, a pesar de su madurez, aún está marcado por el pasado.

El guion, adaptado de la novela de Carlo Solitario, se beneficia de la mayor libertad narrativa que ofrece la adaptación cinematográfica. Se profundiza en las razones detrás del distanciamiento inicial entre Dilan y Milea, mostrando el impacto del rechazo, la influencia de la familia y las presiones sociales en la vida de la joven. La película logra evitar el melodrama excesivo, optando por un tono más realista y contemplativo. Si bien la estructura narrativa a veces se siente ligeramente lenta, esa deliberada lentitud sirve para amplificar la intensidad emocional de las escenas clave. Es un ritmo que, aunque no para todos los gustos, es esencial para comprender la magnitud de las heridas emocionales que ambos llevan. La dirección artística, con la fotografía que evoca la atmósfera melancólica de la adolescencia y la música cuidadosamente seleccionada, contribuye significativamente a la atmósfera general de la película.

Sin embargo, la película no es exenta de defectos. A veces, el diálogo puede resultar un tanto artificioso y las tramas secundarias, aunque interesantes, no reciben el desarrollo que merecen. La película, en definitiva, es una exploración de la memoria y la importancia de perdonar, tanto a otros como a uno mismo. Es un recordatorio de que, a veces, el pasado, aunque ya no pertenezca al presente, sigue teniendo el poder de transformar nuestras vidas. La película, en su conjunto, es unánimamente conmovedora y ofrece una valiosa reflexión sobre el amor, el dolor y la búsqueda de la identidad.

Nota: 7.5/10