Miller's Girl (2024)

“Miller’s Girl” es una película que se ancla en la atmósfera melancólica de un pequeño pueblo americano, pero que, a pesar de intentar explorar temas profundos como la conexión emocional y la maduración, finalmente se queda a medio camino, dejando al espectador con una sensación de insatisfacción. La película, dirigida con una sensibilidad contenida por Mark Rush, no es inherentemente mala, pero carece de la chispa y la fuerza necesarias para realmente resonar. Se siente como si la historia, aunque bien intencionada, no encontrara el ritmo adecuado para desplegarse plenamente.

La dirección de Rush se concentra en la atmósfera y en la creación de un ambiente opresivo. Los planos son cuidadosos, utilizando la luz y la sombra para intensificar la sensación de misterio y de incomodidad. Sin embargo, esto a menudo se traduce en un estilo visual frío y distante, que dificulta la conexión del público con los personajes. La película se beneficia de la belleza del paisaje rural, pero la fotografía, aunque técnicamente correcta, no aporta un elemento de belleza que lo contraste con la historia. La banda sonora, en algunos momentos, ayuda a mantener la tensión, pero en general no logra sumarse a la narrativa de manera significativa.

El núcleo de la película se centra en la relación entre Caleb, interpretado por Jesse Eisenberg, un joven escritor atormentado, y Sadie, una joven talentosa interpretada por Thomasin McKenzie. La química entre ambos actores es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Eisenberg ofrece una actuación notable, transmitiendo la vulnerabilidad y la frustración de un hombre que busca desesperadamente encontrar su voz, mientras que McKenzie cautiva con una interpretación sensible y con una mirada que sugiere una madurez y una complejidad que trasciende su edad. La química entre ambos se evidencia en sus silencios, en sus miradas y en la sutil manera en que se comprenden a pesar de las barreras emocionales que los separan. El guion, sin embargo, es donde la película realmente pierde fuerza. La trama se desarrolla de manera lenta y a veces confusa, con giros argumentales que, en lugar de sorprender, resultan predecibles y poco convincentes. Las motivaciones de los personajes a menudo son poco claras, y el final, en particular, resulta abrupto y con un efecto moralizante que es más artificial que genuino. El guion se debate entre explorar temas de abuso, manipulación y trauma, pero en lugar de profundizar en la complejidad emocional de estos conceptos, los presenta de forma superficial, sin ofrecer una reflexión sólida.

En definitiva, “Miller’s Girl” es una película que promete más de lo que ofrece. Cuenta con dos actuaciones sólidas y una atmósfera intrigante, pero se ve obstaculizada por un guion irregular y una dirección que no logra capturar la profundidad emocional que intenta alcanzar. Es una película que genera curiosidad, pero que, en última instancia, deja una sensación de decepción.

Nota: 6/10