Milwaukee, Minnesota (2003)

“Milwaukee, Minnesota” es una película que, a pesar de no alcanzar la grandilocuencia que quizás esperaba, consigue crear una atmósfera opresiva y un relato de supervivencia notablemente humano. La historia, centrada en Albert, un joven consumido por el control maternal, se desarrolla en el árido paisaje de Wisconsin, una región que se convierte en un reflejo perfecto de la prisión emocional en la que creció. La muerte repentina de su madre, lejos de ser un punto de partida para la libertad, desencadena una espiral de confusión y vulnerabilidad que Albert debe enfrentar, y que el director explora con una delicadeza sorprendente para un género que a menudo cae en clichés.

Randy Garity ofrece una actuación convincente como Albert. Su personaje no es un héroe carismático, sino un joven perdido y confundido, cuya evolución es gradual y sutil. Se ve a un actor que realmente se esforzaba en transmitir la desesperación y la lucha interna de un hombre que ha vivido su vida en un entorno restrictivo y que, de repente, se ve obligado a navegar por un mundo desconocido. La dirección de Garity en sus interpretaciones, junto con la cinematografía, consigue conectar con el espectador a un nivel muy personal.

La película se beneficia enormemente de las actuaciones secundarias. Bruce Dern, en particular, es un torbellino de maldad contenida. Su antagonista es un personaje complejo, impulsado por un rencor profundo y un deseo de venganza que se manifiesta con una intensidad perturbadora. Randy Quaid, aunque con un papel relativamente menor, aporta un aire de inquietante incomodidad a su personaje, un hombre cuyas motivaciones permanecen parcialmente en la sombra, lo que añade una capa de misterio a la trama. La química entre Garity y Quaid es palpable, y se convierte en uno de los pilares más fuertes de la película.

El guion, aunque no destaca por sus innovaciones, se mantiene sólido y centrado en la narrativa principal. Evita las trampas más comunes del thriller de seducción, concentrándose más en la construcción de personajes y en la exploración de las relaciones interpersonales. La ambientación, con un paisaje que refleja el aislamiento y la desolación emocional, contribuye a la atmósfera general. La película no busca grandes giros argumentales, sino que se centra en la tensión psicológica y en la lenta revelación de las verdaderas intenciones de los personajes. Hay momentos en los que el ritmo se ralentiza excesivamente, lo que podría afectar a la atención del espectador, pero esto se compensa con la intensidad de las actuaciones y la atmósfera sombría que se construye.

A pesar de sus posibles defectos en el ritmo, “Milwaukee, Minnesota” es una película intrigante que ofrece una reflexión sobre el trauma, la vulnerabilidad y la búsqueda de la libertad. Es una historia de supervivencia que se desarrolla a un ritmo pausado, lo que le otorga un valor especial y una fuerza duradera. La película logra, en definitiva, generar una sensación de inquietud que permanece en el espectador mucho después de que termina.

Nota: 7/10