Mine (2016)

“Mine” no es una película que te entretenga con acción trepidante o efectos especiales deslumbrantes. Es, en cambio, una experiencia visceral, una meditación sobre la fragilidad humana ante la implacable fuerza de la naturaleza y el peso devastador de la soledad. La película, dirigida por Scott Frank, no busca el espectáculo; busca la resonancia emocional, y en ese terreno, logra un éxito notable, aunque a costa de cierta lentitud.

Armie Hammer ofrece una actuación soberana como Mike Stevens. Su interpretación no se basa en la exhibición de músculos o en diálogos llamativos, sino en la sutil construcción de la desesperación. Lo que vemos es un hombre que, después de la tragedia, pierde la capacidad de siquiera intentar ayudar a sus compañeros. La gradual descomposición de su mente, el temor silencioso, la lucha interna por aferrarse a la cordura, son transmitidos con una honestidad brutal y profundamente conmovedora. El actor se entrega por completo al rol, convirtiéndose en el centro gravitatorio de una historia que se desarrolla con un ritmo pausado pero, precisamente por ello, tan efectivo.

El guion, escrito por Frank y Randall Poster, se centra en la supervivencia física y mental de Mike Stevens. La película se aleja de la glorificación del militarismo, presentando una visión cruda y realista del conflicto. No hay héroes, ni villanos en sentido convencional. Solo un hombre, aislado y al borde del colapso, enfrentándose a los elementos y a sus propios demonios internos. La película sabe crear tensión a partir de la ausencia de acción, construyendo un ambiente claustrofóbico a través de la descripción minuciosa del entorno desértico, la luz implacable y el silencio sepulcral. El diseño sonoro es especialmente notable, utilizando el viento, el crujido de la arena y el zumbido lejano de las helicópteras para intensificar la sensación de vulnerabilidad. El guion no necesita grandes retazos; la economía de recursos es clara: se centra en lo esencial para transmitir la experiencia de Mike Stevens.

Sin embargo, debo señalar que la lentitud, que es una de las fortalezas del filme, podría resultar frustrante para algunos espectadores. La película exige una inmersión completa, una disposición a acoger la incomodidad y la incertidumbre. No es una película para ir a ver en una noche de estreno; es una experiencia cinematográfica que requiere atención y compromiso. La resolución, aunque impactante, podría ser percibida como algo apresurada en comparación con el desarrollo lento de los acontecimientos. No obstante, la película, en su conjunto, ofrece una mirada perturbadora y profundamente humana a los efectos psicológicos del combate y la soledad.

Nota: 7/10