“Misántropo” (Misanthrope), dirigida por Mark Ruffalo, no es una película fácil de digerir. Es un thriller psicológico inquietante y desolador que se adentra en la fragilidad mental y el aislamiento, dejando al espectador con una sensación persistente de incomodidad. Ruffalo, quien también interpreta al agente especial Lammark, demuestra una sorprendente maestría en la dirección, creando una atmósfera densa y opresiva desde el primer fotograma. La película no se dedica a los clichés del thriller, sino que se enfoca en la lenta erosión de la cordura y en la dificultad inherente a conectar con la humanidad. La trama, centrada en la investigación de un asesino en serie en Baltimore, sirve principalmente como un vehículo para explorar la psicología torturada de Lammark y su relación problemática con Eleanor Falco.
La película es una brillante (y, a veces, perturbadora) exploración de la paranoia y la desconfianza. Ben Mendelsohn ofrece una actuación magistral como Lammark, un hombre consumido por su pasado y atormentado por una serie de fracasos personales. Su interpretación es sutil, pero profundamente conmovedora, transmitiendo una mezcla de vulnerabilidad y dureza que lo convierte en un personaje excepcionalmente complejo. Shailene Woodley también brilla, aportando una vitalidad cautivadora a Eleanor, una mujer que, a pesar de su posición en la policía, se siente desconectada y en conflicto con su propia necesidad de conexión. La química entre ambos actores es palpable, alimentando la tensión y el misterio que envuelven la historia.
El guion, adaptado por Nick Stoller a partir de un tratamiento de Ruffalo, es el corazón de la película. Es crudo, honesto y, en ocasiones, visceral. La narrativa no se basa en giros argumentales espectaculares, sino en la construcción gradual de la tensión y en la lenta revelación de los motivos del asesino. La película explora la idea de la misantropía, no como un odio generalizado hacia la humanidad, sino como un sentimiento de alienación y desapego profundo, una reacción natural, quizás, a un mundo que a veces parece indiferente y cruel. La cinematografía, con sus tonos grises y sombríos, y su uso de la luz y la sombra, contribuye significativamente a la atmósfera sombría y claustrofóbica.
Sin embargo, “Misántropo” no está exenta de imperfecciones. La película, a veces, se adentra demasiado en el interior de la mente de Lammark, lo que puede resultar confuso para el espectador que busca una trama más lineal. Algunas escenas, deliberadamente lentas y contemplativas, pueden llegar a sentirse un tanto extendidas, aunque contribuyen a la construcción del estado mental del protagonista. No obstante, la película logra mantener el interés y la inquietud a lo largo de su duración, ofreciendo una experiencia cinematográfica memorable y provocadora. Es una película que se queda con uno mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar, invirtiendo en la reflexión sobre la naturaleza humana y la fragilidad de la condición humana.
Nota: 7.5/10