Mischief (Travesuras juveniles) (1985)

“Mischief” (Travesuras Juveniles), la película de 1956 dirigida por Delbert Mann, es un estudio encantador y, a su vez, profundamente conmovedor de la adolescencia y las primeras encrucijadas del amor, la amistad y la búsqueda de la identidad. Si bien podría considerarse, en su estética, una película de la época, su retrato de la juventud y sus inquietudes sigue siendo sorprendentemente pertinente hoy en día.

La película se centra en Jonathan Bellah, interpretado con una delicadeza y una vulnerabilidad genuinas por Alfie Keough. Keough logra transmitir con maestría la timidez, la inseguridad y la frustración del joven, haciendo que el espectador empatice profundamente con su situación. Su evolución a lo largo de la película, a medida que se enfrenta a sus miedos y comienza a encontrar su voz, es el núcleo emocional de la historia. La química entre Keough y James Best, que interpreta a Gene, es notable. Su amistad, inicialmente basada en la admiración por el popular Gene, evoluciona hacia algo más profundo y significativo. No es una amistad idealizada; se muestran sus desacuerdos, sus inseguridades y sus momentos de cercanía que crean un vínculo creíble y poderoso.

Mann, como director, evita los clichés típicos del género. La película no se basa en situaciones exageradas o en secuencias de acción espectaculares, sino que se centra en las pequeñas victorias y las derrotas emocionales de los personajes. La dirección es sutil, observadora, y permite que los actores expresen sus emociones de manera natural y auténtica. El uso de la cámara es elegante y discreto, permitiendo que el espectador se sumerja en el mundo interior de los jóvenes protagonistas. La banda sonora, aunque no ostentosa, complementa a la perfección las escenas y acentúa el tono melancólico de la historia.

El guion, adaptado de la novela de Marion Mainwaring, es inteligente y perspicaz. No glorifica la rebeldía de Gene, sino que explora las razones detrás de su comportamiento y sus intentos de conectar con los demás. La película aborda temas relevantes como la presión social, las expectativas familiares, la búsqueda de la independencia y la importancia de la autoconfianza. El diálogo es realista y convincente, evitando la retórica fácil y el sentimentalismo excesivo. La película no ofrece soluciones fáciles o respuestas definitivas, sino que simplemente presenta a los jóvenes como seres humanos imperfectos, buscando su lugar en el mundo.

En definitiva, “Mischief” es una película con un corazón noble, que ofrece una visión realista y sensible de la adolescencia. Es un recordatorio de que los desafíos que enfrentamos en la juventud son, en última instancia, experiencias que nos ayudan a crecer y a convertirnos en quienes somos. No se trata de una obra maestra cinematográfica, pero sí de un retrato honesto y conmovedor de una época y de un grupo de personajes que aún resuenan en el espectador moderno.

Nota: 7.5/10