Misión imposible: Fallout (2018)

“Misión Imposible: Fallout” no es simplemente una entrega más de la saga; es una reafirmación de por qué esta franquicia ha logrado mantener su atractivo a lo largo de tantos años. Cruzando la línea entre el entretenimiento puro y una reflexión sobre las consecuencias morales de la acción, la película de Christopher McQuarrie nos entrega una aventura de espías repleta de giros inesperados y acrobacias impresionantes, aunque no exenta de ciertos tropiezos.

La dirección de McQuarrie, como siempre, es magistral. Domina la tensión a un nivel casi palpable, logrando crear momentos de claustrofobia y peligro inminente que te mantienen al borde del asiento. Las secuencias de acción son deslumbrantes, con coreografías elaboradas y efectos visuales de última generación que lucen espectaculares sin restar protagonismo a la narrativa. McQuarrie mantiene una dirección que favorece el diálogo inteligente y el ritmo narrativo, aunque a veces se inclina demasiado hacia el melodrama, lo cual diluye la fuerza de la trama. Sin embargo, el director suprime con éxito la tendencia a la sobreexposición característica de algunas entregas anteriores, permitiendo que los personajes respiren y que la historia avance a un ritmo equilibrado.

El elenco principal está en plena forma. Tom Cruise continúa demostrando su dedicación y habilidades físicas, llevando a cabo trucos impresionantes que, aunque se filman con CGI, se sienten crudos y reales. Hailee Steinfeld y Simon Pegg aportan una dinámica divertida y con química, complementando la seriedad del resto del equipo. Daniel Brühl, en particular, se destaca con una interpretación sorprendentemente profunda como Benji Dunn, ofreciendo matices y vulnerabilidad que le alejan de su personaje arquetípico. La actuación de Vanessa Kirby, en el papel de Lydia Sandstorm, se siente breve, pero impactante, añadiendo un elemento de conflicto moral interesante a la historia.

El guion, en su núcleo, es un poco menos sólido que la dirección y las actuaciones. Si bien presenta una trama compleja con elementos de paranoia, traición y dilemas éticos, a veces la construcción de la conspiración se siente un poco apresurada y con algunos agujeros argumentales. Los diálogos, a pesar de ser inteligentes y bien escritos, a veces sacrifican la sutileza en favor de la grandilocuencia. La película aborda temas como la vigilancia masiva, la manipulación de la información y el costo de la seguridad, lo que le otorga una capa de profundidad que va más allá de la acción. No obstante, la premisa de que hasta las mejores intenciones pueden volverse contra nosotros –el titular de la película– se siente un tanto repetitiva con relación a entregas anteriores.

En definitiva, “Misión Imposible: Fallout” es una película de acción entretenida y visualmente impresionante, con un buen elenco y una dirección que sabe cómo mantener la tensión. Aunque el guion tiene algunos fallos, la película ofrece una experiencia cinematográfica satisfactoria, especialmente para los fans de la saga. No es la mejor entrega de “Misión Imposible”, pero sí una que vale la pena ver por su espectáculo y por la reflexión que plantea sobre la naturaleza del poder y la responsabilidad.

Nota: 7/10