Misión imposible: Nación secreta (2015)

“Misión Imposible: Nación Secreta” no es solo otra entrega de la saga, sino una apuesta por elevar el nivel de la franquicia, aunque con resultados mixtos. Tom Cruise continúa demostrando su innegable habilidad para las escenas de acción, y el resultado es, como siempre, espectacular. Sin embargo, la película se adentra en una maraña argumental que, en última instancia, se siente más desordenada que convincente.

La dirección de Christopher McQuarrie, responsable de los dos últimos entregables, es sólida y eficiente. Logra mantener el ritmo trepidante característico de la saga, intercalando las escenas de acción vertiginosas con momentos de intriga y tensión. La película se beneficia enormemente de su estética visual, la fotografía es impecable y las explosiones, tanto físicas como digitales, son de un realismo sorprendente, incluso en el contexto de un género tan exagerado. No obstante, a veces la sobrecarga visual, la necesidad de mostrar cada detalle de cada secuencia, termina diluyendo el impacto emocional.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Tom Cruise, una vez más, personifica a Ethan Hunt como un hombre implacable y determinado, con un carisma innegable. Sus secuencias de riesgo son impresionantes y, a pesar de que se sabe que son coreografiadas, logran transmitir un peligro palpable. La llegada de Rebecca Ferguson como Lena Kane, una agente reclutada, añade una capa de complejidad al personaje de Ethan y aporta un elemento de incertidumbre constante sobre sus motivaciones. Sin embargo, la inclusión de Ilsa Faust (Halle Berry) es curiosa y, en cierto modo, innecesaria. Su personaje, aunque bien interpretado, parece introducido más por razones de nostalgia que por un desarrollo argumental significativo. La relación con Ethan, aunque insinuada como un romance, queda a medio camino y se siente forzada.

El guion, en mi opinión, es el punto débil de la película. La trama, centrada en el Sindicato y su ambición de crear un nuevo orden mundial, se complica excesivamente con subtramas y personajes secundarios que no contribuyen al desarrollo general de la historia. La introducción de la “nación secreta” resulta confusa y, a menudo, contradictoria. Se intenta construir un thriller de espías complejo, pero el resultado es más parecido a un episodio de "Misión Imposible" extendido. La justificación de las acciones del Sindicato se siente poco convincente, y los motivadores de sus miembros no se explican adecuadamente. Se enfatiza la espectacularidad por encima de la profundidad narrativa.

A pesar de sus defectos, “Misión Imposible: Nación Secreta” ofrece entretenimiento, especialmente para los aficionados a la saga. Las escenas de acción son memorables, el vestuario y la ambientación son impecables, y Tom Cruise continúa siendo un comodín imprescindible. No obstante, la película no alcanza su máximo potencial debido a un guion sobrecargado y una trama que se pierde en demasiados recovecos. Es un espectáculo visual que, en definitiva, deja la sensación de que podría haber sido mucho más.

Nota: 6/10