Misterio en Saint-Tropez (2021)

“Misterio en Saint-Tropez” es, sin duda, una joya de la comedia francesa de los años 70 que, a pesar de su ambientación y sus evidentes influencias, sigue siendo una película estimulante y tremendamente entretenida. Pierre Salvadori logra, con una meticulosa atención al detalle, recrear la atmósfera desenfadada y glamorosa de la Costa Azul en plena época yéyé, un periodo que, si bien ya ha sido explorado en muchas ocasiones, aquí se presenta con una frescura y una ligereza contagiosas.

La película no se toma la comedia demasiado en serio, y esa es, a mi entender, su mayor fortaleza. La trama, que se centra en el sabotaje del descapotable de Claude Trachant, es bastante sencilla y, en un primer momento, podría parecer un cliché detectivesco. Sin embargo, la película se beneficia enormemente de la personalidad de sus personajes. Claude Trachant, interpretado con una excentricidad encantadora por Jean Pierre Melville, es un millonario auto-proclamado que, a pesar de su riqueza, se muestra vulnerable y profundamente inseguro, lo que le convierte en un protagonista con el que es fácil conectar.

La dirección de Melville es impecable. Logra un equilibrio entre el humor visual y el diálogo ágil. La película se beneficia de una fotografía vibrante que captura la luz dorada del verano mediterráneo y la opulencia de la villa de Saint-Tropez. Las escenas en las playas y los clubes nocturnos son particularmente memorables, transmitiendo una sensación de euforia y despreocupación que evoca la época. Sin embargo, hay que mencionar que la película, al ser un producto de su tiempo, presenta ciertas expresiones y bromas que hoy en día podrían resultar ofensivas. No obstante, estas situaciones se integran perfectamente en la narrativa y contribuyen a la atmósfera general.

Las actuaciones son excelentes en su conjunto. Además de Melville como el millonario Claude, Michel Piccoli como el comisario Boulin ofrece una actuación notable, transmitiendo con sabiduría y humor la fragilidad de un hombre a punto de jubilarse. La película también cuenta con el notable talento de Jacques Charrier como el inspector de policía, Bruno, que aporta toques de sarcasmo y energía. La dinámica entre los personajes es el corazón de la película, y las conversaciones ingeniosas y las situaciones cómicas son el resultado de la química entre los actores.

Si bien la trama principal es sólida, podría haber sido más original. No obstante, el verdadero valor de "Misterio en Saint-Tropez" reside en su capacidad para capturar la esencia de una época y para ofrecer una comedia inteligente, entretenida y visualmente atractiva. Es una película que sabe disfrutar del presente al tiempo que recuerda al pasado, un halago para el cine clásico.

Nota: 7.5/10