Mistress America (2015)

“Mistress America” es una película que se instala en la memoria por su peculiaridad, su atmósfera ligeramente melancólica y, sobre todo, por la química innegable entre Lola Kirke y Greta Gerwig. Dirigida por Greta Gerwig, la película se presenta como un estudio de personajes, una exploración de la soledad, la identidad y la búsqueda de uno mismo, todo envuelto en una narrativa que, aunque no alcanza la brillantez de algunas de sus obras anteriores, ofrece una experiencia cinematográfica cautivadora.

La película se centra en la relación inesperada entre Tracy, una estudiante universitaria retraída y con dificultades para encajar, y Brooke, una mujer treintañera con una vida aparentemente completa y una propensión a la aventura. La dinámica entre ellas es el núcleo de la película y, en gran parte, gracias a la actuación de Kirke, quien interpreta a Tracy con una vulnerabilidad y una autenticidad que la hacen fácil de empatizar. Aunque la película se centra principalmente en la perspectiva de Tracy, la interpretación de Gerwig como Brooke es igualmente memorable. Ella aporta una vitalidad y una pizca de desafío a la relación, desafiando a Tracy a salir de su caparazón y a cuestionar sus propias decisiones.

La dirección de Gerwig es precisa y deliberada. Utiliza una paleta de colores suaves, predominando el blanco y los tonos pastel, para crear una atmósfera que refleja el estado emocional de Tracy: una sensación de estancamiento y confusión. El uso de la cámara es a menudo contemplativo, permitiendo que el espectador se sumerja en los pensamientos y las emociones de los personajes. Sin embargo, la película no se dedica a lujos técnicos; la fuerza reside en la sutileza de las actuaciones y la honestidad de la narrativa.

El guion, coescrito por Gerwig, es inteligente y con un toque de humor sutil. Las conversaciones entre Tracy y Brooke son a menudo agudas y reveladoras, explorando temas como la presión social, las expectativas familiares y la búsqueda de la felicidad. Aunque el ritmo es deliberadamente pausado, la película mantiene el interés gracias a las complejas relaciones que se desarrollan entre los personajes. Hay momentos de comedia que brotan naturalmente del conflicto, y otras escenas cargadas de una profunda melancolía, sin necesidad de recurrir a clichés.

A pesar de sus virtudes, “Mistress America” no es una obra maestra. Algunas de las subtramas, como el intento de Brooke por impresionar a su nuevo marido, se sienten un tanto forzadas. Sin embargo, la película logra transmitir un mensaje universal sobre la importancia de la conexión humana y el coraje de abrazar la propia individualidad. Es un retrato honesto de la vida adulta y la búsqueda de uno mismo, presentado con sensibilidad y una mirada fresca y original.

Nota: 7/10