Molière en bicicleta (2013)

“Molière en bicicleta” es, sorprendentemente, una de las películas más sutiles e interesantes que he visto este año. No es una explosión de acción o una trama llena de giros argumentales, sino más bien un examen profundo de la creatividad, la ambición y el precio de la fama. Dirigida por Emmanuel Vincent, la película se centra en la compleja relación entre un actor retirado, Serge Tanneur, interpretado magistralmente por Serge Laemmle, y un joven y carismático actor, Gauthier Valence (interpretado por Pio Marini). La película se desarrolla en el entorno idílico pero aislado de la Isla de Ré, creando una atmósfera que refleja perfectamente el estado de ánimo introspectivo y a la vez ferviente de sus personajes.

La dirección de Vincent es precisa y contemplativa. No se apresura a ofrecer respuestas fáciles, sino que permite que la tensión entre los dos actores crezca de forma orgánica. El uso del espacio, especialmente el vasto paisaje de la isla, es fundamental. Las largas tomas a caballo, con ambos protagonistas recorriendo el camino a pedales, no son solo un elemento visual atractivo, sino que simbolizan la búsqueda de un camino, tanto personal como profesional. Estas secuencias, a menudo silenciosas y evocadoras, subrayan la soledad y la búsqueda de conexión de los personajes. La película logra, además, un equilibrio entre la intimidad del diálogo y la belleza del entorno natural. La cámara a veces se mantiene a distancia, observando a los actores desde la distancia, intensificando la sensación de desconfianza y el deseo de conocerse.

Las actuaciones son excepcionales. Laemmle, en el papel de Serge, ofrece una interpretación contundente. Su Serge es un hombre consumido por el arrepentimiento y el talento, atrapado en un pasado que no quiere recordar pero que le atormenta. Su rostro, lleno de tristeza y melancolía, es un testimonio silencioso de su experiencia. Marini, por su parte, aporta una vitalidad y una energía contagiosa a Gauthier. Su deseo de recuperar el honor y el reconocimiento es palpable, y su ambición contrasta con el deseo aparente de Serge de abandonarse a la soledad. La química entre ambos actores es el corazón de la película, y sus diálogos, a menudo duros y llenos de sarcasmo, son increíblemente convincentes. La relación no es de amistad, ni de rivalidad directa, sino de un choque de ideologías sobre el arte y el significado de ser actor.

El guion, escrito por Vincent y Pierre Chiche, es inteligente y perspicaz. Evita los clichés del melodrama y se centra en la exploración de las motivaciones de los personajes. No hay un villano claro, ni una resolución fácil. La película plantea preguntas importantes sobre la naturaleza del arte, la fama, la identidad y el perdón. Es una película que obliga al espectador a reflexionar sobre las decisiones que tomamos en nuestra vida y sobre el precio que estamos dispuestos a pagar por nuestros sueños. Aunque el ritmo puede resultar pausado para algunos, la profundidad emocional y la complejidad de las relaciones son recompensadas a largo plazo. “Molière en bicicleta” es una película que te queda en la mente mucho tiempo después de haberla visto, invitándote a contemplar las múltiples facetas de la condición humana.

Nota: 8/10