Mommy (2014)

“Mommy” (2014) no es una película que te entretenga con efectos especiales o grandilocuencias, sino que se instala en la psique del espectador, generando una inquietud persistente que te acompaña mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. La película, dirigida por Nic Fellner y Daniel Casey, se centra en la relación entre una madre, Andrea, interpretada con una intensidad conmovedora por Julia Roberts, y su hijo, Tony, un joven con un comportamiento extremadamente violento y problemático. La película, en su esencia, es un retrato crudo y sin concesiones sobre la pobreza, el aislamiento, la desesperación y el arduo camino hacia la rehabilitación.

La dirección es notablemente sutil y efectiva. La película se basa en la observación paciente de las pequeñas interacciones entre Andrea y Tony, en la desmitificación de su vida cotidiana. Fellner y Casey evitan el melodrama fácil y se centran en la autenticidad de la situación, utilizando una fotografía en blanco y negro que acentúa la dureza del entorno y la opresión emocional. La cámara a menudo se sitúa en ángulos bajos, lo que refleja la posición de Andrea en relación con Tony: una figura vulnerable que lucha por mantener el control. Este recurso visual no busca simular una narración documental, sino que refuerza la sensación de estar presenciando una realidad fragmentada y dolorosa.

Julia Roberts ofrece una actuación de una vitalidad sorprendente. Dejando atrás las perfiles más brillantes en los que ha participado, Roberts entrega una interpretación honesta y profundamente conmovedora. Su Andrea no es una heroína; es una mujer atormentada por el duelo, la incertidumbre económica y la angustia de criar a un hijo que parece no ser suyo. Su actuación es matizada, transmitiendo tanto la frustración y el miedo como la desesperada necesidad de conectar con su hijo. La química entre Roberts y Jacob Tremblay, que interpreta a Tony, es genuina y convincente. Tremblay, a pesar de su juventud, logra transmitir la complejidad de un niño que sufre y que actúa como mecanismo de defensa ante un mundo hostil.

El guion, coescrito por Fellner, Casey y Michael Huddleston, es, quizás, el punto más fuerte de la película. Evita los clichés del género y se adentra en la mente de los personajes, explorando las causas del comportamiento violento de Tony y la difícil situación de Andrea. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones instantáneas, sino que presenta una realidad compleja y multifacética. Se presta especial atención al desarrollo del personaje de la vecina, Shannon (Heather Graham), cuya intervención, aunque bien intencionada, tiene consecuencias inesperadas. La película plantea interrogantes sobre la naturaleza de la maternidad, la responsabilidad parental y la definición de la familia. El final, ambiguo y perturbador, es deliberadamente impactante y no busca proporcionar una conclusión definitiva, sino que invita a la reflexión.

En definitiva, "Mommy" es una película difícil de digerir, pero profundamente conmovedora. Es una obra potente que no se busca la aprobación del público, sino que busca provocar una respuesta emocional y, sobre todo, un debate. No es un espectáculo, sino un encuentro con una realidad dolorosa y, quizás, más cercana de lo que nos gustaría admitir.

Nota: 8/10