Monsters (2010)

“Monsters” de Gareth Edwards es una película que se ancla profundamente en la atmósfera, dejando una huella imborrable gracias a su enfoque peculiar y su visión melancólica del apocalipsis. No es una historia de acción explosiva ni de batallas épicas, sino más bien un estudio de personajes y una exploración sutil del aislamiento, la culpa y el peso del pasado. La película se centra en Bobby, interpretado con una belleza taciturna por Scott Speedman, un periodista desilusionado que se ve forzado a aceptar un trabajo escabroso: escoltar a una joven turista llamada Cassie (Anna Faris) a través de una zona habitada por criaturas monstruosas que han transformado gran parte del México devastado.

Edwards, que antes había trabajado en efectos visuales para “V” y “King Kong”, aquí despliega sus habilidades con una maestría impresionante. Los monstruos, en lugar de ser amenazantes y aterradores, se presentan como seres extraños, casi inquietantemente pacíficos, que se mueven con una lentitud y una tranquilidad que añade un elemento de horror psicológico a la trama. La estética visual es crucial para el éxito de la película: la paleta de colores apagados, la niebla persistente y las escenas nocturnas evocan un sentimiento de desesperanza y decadencia, mientras que los efectos especiales, integrados con naturalidad en el paisaje, son asombrosos sin ser ostentosos. Edwards evita los clichés del género y, en su lugar, construye una narrativa visualmente rica que se siente profundamente arraigada en el entorno.

La actuación de Scott Speedman es particularmente notable. Bobby no es un héroe heroico, sino un hombre consumido por su pasado y su incapacidad para conectar con los demás. Speedman transmite con una intensidad silenciosa la amargura y la vulnerabilidad del personaje, convirtiendo cada mirada y gesto en una declaración. Anna Faris, aunque a veces se le ve un poco estereotipada como la turista despreocupada, ofrece un buen contrapunto a la pesadez de Bobby. Sin embargo, el núcleo de la película reside en la dinámica entre ambos, en su incómodo viaje compartido y en la lenta, casi imperceptible, construcción de una relación basada en la necesidad y el entendimiento tácito. El guion, coescrito por Edwards y Mark L. Olsen, se apoya en la simplicidad y la sutileza, evitando diálogos expositivos y centrándose en la atmósfera y el desarrollo de los personajes. La historia, aunque aparentemente lineal, está repleta de sutiles detalles que sugieren un pasado complejo y doloroso para Bobby. Es una película que se deja absorber, que invita a la reflexión sobre la responsabilidad individual y las consecuencias de nuestros actos.

“Monsters” no pretende ser una película de terror convencional, sino más bien una obra de arte contemplativa que explora los límites de la empatía y el poder del perdón. Su fuerza reside en su atmósfera opresiva y en la complejidad de sus personajes, ofreciendo una experiencia cinematográfica memorable que perdura mucho después de que los créditos finales hayan rodado.

Nota: 7.5/10